Escuchar nos ofrece información, que nos permite interpretar y tomar decisiones adecuadas. Sin embargo, aunque sabemos sobre la importancia de escuchar, no siempre lo hacemos del todo. La escucha activa requiere paciencia, tiempo y predisposición.
La escucha activa significa escuchar activamente y con plena consciencia e interés en lo que la o las otras personas están transmitiendo. Por lo tanto, esta habilidad involucra nuestra atención plena por la conversación y por los mensajes que nos están compartiendo.
Es una realidad que escuchar activamente conlleva al interés y predisposición en comprender a detalle el mensaje de manera correcta. No se trata solamente de oír, se trata de escuchar de una manera empática, poniendo a trabajar nuestras capacidades cognitivas.
Es importante considerar que los mensajes no son solo palabras, también se transmiten a través de gestos, posturas corporales, sentimientos, expresiones, intención, elementos audiovisuales, entre otros.
La escucha activa en el trabajo y en otros ámbitos de la vida se caracteriza por las siguientes características:
Empatía: es la primera de todas las características para lograr escuchar de forma activa. Es fundamental demostrar que tenemos el interés y la actitud correcta para escuchar y entender a quien nos habla.
Atención al lenguaje corporal: prestar atención al lenguaje no verbal nos brinda mucha información sobre nuestro interlocutor.
Mantener el contacto visual: mirar de manera empática y cordial a nuestro interlocutor, nos permite entender mejor la intención de sus mensajes y, además, nos brinda la posibilidad de crear un vínculo. Es importante mirar a los ojos, pero de una manera sutil, no invasiva para no intimidar.
Utiliza una buena postura: la manera en la que tu cuerpo se presenta ante el interlocutor, es clave para lograr una escucha activa. Se sugiere no cruzar los brazos, no recargarse hacia atrás en la silla; más bien inclinarse ligeramente hacia adelante es lo ideal.
Validación del mensaje: ya sea asintiendo con la cabeza, con la mirada o con palabras de refuerzo, nos permite hacerle ver a nuestro interlocutor que estamos poniendo atención y que nos parece claro el mensaje. Se recomienda hacerlo de manera natural, sin exagerar para que no sea contraproducente.
No juzgar: es uno de los principios básicos de la escucha activa. Es vital despojarnos de todos nuestros prejuicios y aceptar a las personas tal como son.
Hacer un resumen: hacer un resumen mental y hablarlo al final de la conversación, hará que dejemos claro que todo ha sido entendido y escuchado activamente. La escucha activa implica procesar la información para poder entender el significado y la intención que conlleva un mensaje. Requiere de una participación significativa y enfocada en el proceso de comunicación.
“La escucha activa requiere descentrarse de la posición fija de uno para estar completamente presente en el otro. Ayuda a las personas a sentirse más comprendidas y fortalece las relaciones, ya que demuestra la voluntad de sentarse con la perspectiva del otro y empatía por su situación.” asevera la Doctora Sabrina
Romanoff.
Y tú, ¿qué tanto sabes escuchar activamente?
