Hacer crecer la economía es uno de los principales objetivos de cualquier gobierno alrededor del mundo. No obstante, en este camino por desarrollar economías más poderosas y competitivas, algunos países olvidan otros factores portantes como la de la riqueza, la deuda pública, la renta media de la población o el agotamiento de los recursos naturales, hecho que es un problema tanto en términos particulares como generales.
Por ejemplo, se prevé que el 1 por ciento más rico de la población mundial acaparó el 82 por ciento de la riqueza generada durante 2017, mientras que la mitad más pobre no se benefició en lo absoluto de los nuevos recursos generados, según un informe de Oxfam.
De esta manera, no basta con crecer, sino hacerlo en un ambiente sano para que este desarrollo se refleje en el bienestar de la población en general y la cadena de valor se reactive para procurar su supervivencia en condiciones adecuadas.
Con esto en mente se creó el Índice de Desarrollo Inclusivo que, según el Foro Económico Mundial, se trata de un indicador clave para determinar si una economía está progresando de forma sana e inclusiva.
Para Latinoamérica, este parámetro de medición resulta especialmente interesante si consideramos que halamos de una región dominada por economías emergentes y en constante movimiento, en donde es complicado definir que naciones pueden mantenerse a la cabeza del desarrollo económico.
De acuerdo con la edición 2018 del Índice de Desarrollo Inclusivo, Panamá posee la economía más sana de Latinoamérica en términos de inclusión, al alcanzar un calificación de 4.54 puntos sobre una tabla de medición del 1 al 7, al tiempo que consiguió el mayor crecimiento medio de la región con un incremento del 4.8 por ciento entre 2012 y 2016.
La gráfica publicada por Statista revela que México se ubica en la penúltima posición -sólo por encima de Nicaragua- con una suma de 4.12 puntos y un crecimiento medio de apenas 0.66 por ciento.
Tener en mente este tipo de indicadores resulta vital para la toma de decisiones de negocio, más en zonas de acción como Latinoamérica que se mantiene como una de las regiones con mayor desigualdad en el mundo.
Para que las empresas puedan atener su negocio, es necesario que contribuyan e impulsen políticas que además del crecimiento económico y la industrialización, promuevan la inclusión de todos los grupos sociales y una distribución más equitativa de la riqueza, de lo contrario su rentabilidad y supervivencia estará en grave riesgo.