El grupo de rusos que se hicieron pasar por estadounidenses hicieron pagos a genuinos activistas en Estados Unidos para ayudar a los movimientos de protesta en temas divisivos, según una nueva investigación de un respetado medio de comunicación ruso.
El periódico RBC publicó este martes una importante investigación sobre el trabajo de la llamada “fábrica de trolls” rusa, que comenzara en 2015 y tuviera seguimiento durante la campaña electoral de Estados Unidos.
La existencia de la “fábrica” tiene un historial de spamming en blogs rusos e ingleses y foros de comentarios, ha sido reportada por muchos medios; sin embargo, la investigación de RBC es un primer vistazo a detalle sobre la actividad de la organización durante las elecciones en las que ganó Donald Trump.
RBC señala que identificó 118 perfiles de Facebook , Instagram y Twitter que estaban vinculados a la fábrica de trolls, los cuales habían sido bloqueados en agosto y septiembre de 2017 como parte de la investigación estadounidense sobre la intromisión electoral rusa.
Muchas de las cuentas ya se habían relacionadas con los esfuerzos de desinformación de Rusia en puntos de venta occidentales, pero RBC dijo que sus fuentes en la fábrica de trolls habían proporcionado capturas de pantalla de las páginas de administración de grupos internos de algunos de los grupos, como prueba de que fueron llevadas desde Rusia.
Quizás el elemento más alarmante del artículo fue la afirmación de que los empleados de la fábrica de trolls se habían contactado con alrededor de 100 activistas reales con base en los Estados Unidos para ayudar con la organización de protestas y eventos.
Los activistas fueron contactados por administradores de grupos de Facebook que ocultaban su origen ruso y se les ofreció ayuda financiera de 80 mil dólares para pagar los costos de transporte, según detalla el reporte.
Los principales temas tratados por los grupos rusos fueron las relaciones raciales, la independencia de Texas y los derechos de portación de armas. RBC contó 16 grupos relacionados con la campaña Black Lives Matter y otros problemas raciales que tenían un total de 1.2 millones de suscriptores. El grupo más grande se tituló Blacktivist y al parecer tenía más de 350 mil “me gusta” en su apogeo.
En septiembre, la cadena CNN también informó que las autoridades estadounidenses creían que el grupo Facebook de Blacktivist y su cuenta en Twitter eran el trabajo de los impostores rusos.
La infiltración de las redes sociales estadounidenses por parte de los trolls y bots rusos parece ser la conclusión de una operación que comenzó al apuntar al espacio en internet en idioma ruso y que llegó a abarcar las páginas de comentarios de los periódicos y blogs occidentales y, creación de comunidades enteras de Facebook diseñadas para parecerse a que son administradas por estadounidenses comunes.