Seguro, mientras me estás leyendo, vamos a coincidir en un punto: estamos ante la primera guerra real time, que se vive a través de las redes sociales y eso trae aparejado su consecuente nivel de espectacularización. Un conflicto armado con millones de prosumidores devenidos en “corresponsales de guerra”, informando, compartiendo y difundiendo información y opiniones al respecto. En definitiva, como era de esperarse en un breaking news, aunque para informarse estén los medios, las redes sociales se convirtieron en el espejo de las necesidades humanas.

Con este escenario, hoy nos encontramos ante una generación de marcas conscientes de los desafíos y tensiones propias de un contexto de estas características y de las contradicciones que hacen a nuestra sociedad. Y ante esta dinámica unen lo que es significativo para sus consumidores con lo que es vital para su negocio con el objetivo de crear y generar valor a largo plazo.

¿Pero deben las marcas tomar posición acerca de un conflicto como el de Rusia-Ucrania? La respuesta es sí. Porque a esta altura, y espero que sigas coincidiendo conmigo, las marcas saben que manisfestarse públicamente sobre diferentes temas que son de interés para la sociedad es el camino correcto. Incluso a riesgo de dejar por fuera a los no que estén de acuerdo con su posición, saben también que ese es un riesgo que hoy vale la pena correr.

El conflicto entre Rusia y Ucrania puso de manifiesto que es hora de que las marcas tomen posición también en temas de índole geopolítica con el mismo compromiso que lo hacen en temas vinculados al medio ambiente u otras causas, porque este conflicto armado demostró que a los consumidores no les da todo lo mismo y cada vez más elegirán a aquellas marcas que reflejen sus creencias.

Airbnb, por ejemplo, ofrece alojamiento gratuito para hasta 100 mil refugiados ucranianos y, según el comunicado que emitieron, la vivienda será financiada por la empresa, los donantes y los anfitriones de la plataforma.

Nike, hizo que sus productos no estén disponibles para la compra en Rusia, y Apple, por su lado, también anunció acciones similares.

Balenciaga fue otra de las marcas que también salió a apoyar la paz en Ucrania y sentó posición a través de su cuenta de Instagram donde quitó todas sus publicaciones y solo dejó la la bandera ucraniana.

Pero esto no es todo. Con este conflicto Rusia también derrumbó sus relaciones públicas a nivel deportivo ya que lo que le permitió, tras muchos años de intentos, construir una sólida imagen internacional a través del deporte y así reducir la percepción negativa que había sobre el país, se fue a la basura en minutos cuando estalló la guerra, empeorando su presente y, más aún, su futuro. Pasó de ser parte de la élite de los eventos deportivos, como el Mundial de la FIFA y la Fórmula 1, a que ahora las grandes organizaciones del deporte internacional expulsen a sus delegaciones y obliguen a sus atletas a competir sin bandera ni himno.

independientemente de las razones geopolíticas, en la opinión de la gente a nivel goblal, Rusia ha quedado muy mal parada. Los sabemos nosotros como consumidores y lo saben las marcas como empresas. Mirar al costado ya no es una opción, y el silencio tampoco. Y en este punto, estoy segura que coincidimos.