Hemos visto con mayor frecuencia como algunos líderes en el mundo, utilizan su ideología como única base para sustentar sus políticas públicas y soslayan su compromiso con sus promesas de campaña y la voluntad de servir sin distingo alguno de manera eficiente.
El pensamiento político, las declaraciones de principios o los postulados de los diferentes partidos políticos son fundamentales para sustentar las ofertas de campaña, pero, cuando la única moneda de cambio es el issue ideológico, cualquier gobierno pierde credibilidad. Ningún pueblo vive de palabras, ni de retóricas falsas.
A catorce meses del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, la narrativa del Kremlin liderada por Vladimir Putin, empieza a perder su línea de flotación y su argumento principal, de que Occidente los quiere aniquilar, ya no tiene eco entre sus propios conciudadanos.
Otra de las narrativas rusas que ya tienen fecha de caducidad en la geopolítica, es relativa a la OTAN, que desea poner en Turquía y Polonia bases militares y esto para el aspirante a Zar del siglo XXI, es inadmisible y ha puesto en el blanco de la opinión pública a esta legendaria agrupación.
A estas alturas de la guerra, Putin ya no puede retractarse de dejar esta injusta batalla, so pena de perder su diezmado capital político. El líder ruso se resiste a aceptar una derrota bajo la línea discursiva que cuenta con el apoyo de todos los ciudadanos, lo cual es inexacto dado que estos solo desean desconectarse de la guerra.
En algunas encuestas se señala que para el pueblo ruso esta guerra es innecesaria, lo cual expone al líder en su discurso nacionalista y nos deja una clara lección. “Colocar al pueblo como actor protagonista del gobierno es una falacia, las decisiones se toman en una oficina”.
Los costos de la guerra para Putin son muy altos, según datos de la inteligencia de los Estados Unidos, Rusia ha sufrido 35,500 bajas y los millones de rublos invertidos han sangrado el presupuesto nacional que sumando las sanciones internacionales que por ejemplo, la Unión Europea le ha impuesto, este frente se volvió insostenible.
Deseamos que la cordura regrese pronto al Kremlin.
¡Nos encontraremos más adelante!