Las ferias de la industria aeroespacial son tradicionalmente el momento y el lugar en el que las compañías fabricantes de aeronaves sacan pecho al publicar el número de pedidos que han acumulado en el año. Pero esta vez es diferente.
Durante la Dubai Air Show, que se llevó a cabo esta semana en una de las regiones con mayor crecimiento para el sector, se hizo pública la peor cifra de pedidos de aeronaves en los últimos 10 años. Un suceso que decepcionó a varios altos ejecutivos que fueron testigos de cómo Airbus y Boeing revelaban contratos multimillonarios con Emirates, Gulf, Qatar y Etihad Airways hace tan sólo dos años.
De acuerdo con el diario británico Financial Times, en aquella ocasión las aerolíneas anunciaron planes para comprar jets por 140 mil millones de dólares a precios de catálogo.
Sin embargo, este año el único titular comercial que salió de Dubai fue el pedido que hizo VietJet, aerolínea vietnamita a Airbus por 30 aviones A321 por 8 mil millones de dólares. ¿Qué está pasando?
Según el rotativo, los pedidos más grandes que se dieron hace dos años fueron hechos por aerolíneas controlados por los estados del Golfo, cuya capacidad de compra tiene un límite, y con los grandes compradores fuera del mercado, la industria y sus inversionistas comienzan a dar signos de temor.
Otra razón para estas preocupaciones es que muchos de los grandes contratos que se cerraron en 2013 eran para la venta de aviones más eficientes en términos de consumo de combustible para vuelos cada vez más largos, en un momento en el que el precio del petróleo era altísimo. Pero tras el desplome de los precios del crudo que comenzó el año pasado, algunas aerolíneas están postergando la sustitución de sus aviones más antiguos.
Sobre la mesa también está el hecho de que la economía de China, que pronto se convertirá en el mayor mercado mundial de pasajeros aéreos, está pasando por una desaceleración.
Con todo lo anterior, cualquier pensaría que los consumidores se verían beneficiados con tarifas más económicas, pero no es así. El director de la agencia CheapAir.com dijo hace unos meses al diario The Guardian que los beneficios económicos de los combustibles baratos no serían trasladados al consumidor final, dado que “las aerolíneas no establecen sus precios con base en sus costos (de operación) sino en la demanda. Si no cambia la demanda, sólo porque están pagando menos por el combustible, no quiere decir que los ahorros se trasladen a los viajeros”.
Una forma en la que los consumidores sí podrían sentir algún tipo de beneficio es que la ralentización de los pedidos puede impulsar tanto a Airbus como a Boeing a invertir más en innovación para atraer a más clientes, lo que traería como consecuencia mejores aeronaves y posiblemente mejores y más seguros vuelos para los viajeros, eso sí: no más baratos.