En esta era digital (tan patĂ©tica y tan fantástica a la vez), los avances de la mercadotecnia nos tienen completamente ubicados. Sabe quienes somos y donde estamos exactamente: conectados mirando nuestro telĂ©fono. Al principio, he de confesar que pensĂ© que era una especie de casualidad, pero ya tengo más que claro que he sido vĂctima de retargeting.
Digo ´vĂctima´ porque está bien que nos persigan virtualmente para recordarnos acerca del producto que una vez estuvimos buscando en Internet. No lo niego, puede ser Ăştil. Pero, Âży si ya no nos interesa? ÂżSi solo lo buscamos por curiosidad? ÂżSi era un favor para un amigo sin señal? Creo ser (en general, una “super low consumer” de casi todo), valga la aclaraciĂłn, eso de las compras no se hizo para mĂ. No me interesa el tema.
Estuve, sin embargo, buscando una crema hace poco en Internet, querĂa leer informaciĂłn sobre sus componentes y comparar precios, pero ya tenĂa claro dĂłnde la iba a comprar. Pues ahora esa crema no deja de perseguirme en Facebook, en Google y por dĂłnde puede aparecerse. He de confesar que me siento algo acosada. Esas apariciones en mis pantallazos ya han llegado a ser incĂłmodas e innecesarias e incluso he considerado ya prescindir de esa compra.
Lograron el efecto contrario en este caso. Literal. Me sabe a m… la crema y todos sus derivados. Entiendo que el retargeting y el remarketing pueden ser instrumentos increĂbles de la publicidad de segmentaciĂłn por comportamiento, pero su insistencia puede llegar a reventar a cualquiera. El remarketing es la insistencia generalizada de un producto, está bien no es grave. Pero el retargeting consiste en mostrarle repetidamente a una persona especĂfica un producto o servicio, a partir de un clic suyo. Incluso de un clic equivocado.
Es muy interesante que hoy sea posible segmentar de manera tan particular para el envĂo de publicidad. No es poco lo que ofrecen las empresas de publicidad ´on line´ en tĂ©rminos de usuarios Ăşnicos y de impresiones, es decir, nĂşmero de veces que es visto un anuncio. Son simplemente tĂ©cnicas de marketing que si se manejan bien pueden ser muy productivas para los anunciantes. Sin embargo, es de suma importancia que se midan los impactos en el receptor de estas publicidades para no acabar por saturarlo.
Esa saturaciĂłn, que es lo grave, no significa solamente que el consumidor ya no quiera el producto, sino que se instaure una imagen negativa del anunciante en su cabeza. Nadie quiere un posicionamiento negativo. Y estas tĂ©cnicas de la insistencia rayan muy cerca de ese punto. Tengo entendido que este tipo de compañĂas de publicidad en lĂnea no pueden interrumpir sus campañas hasta que el cliente (anunciante) no les informe que ya hizo la venta… Debo suponer que esto sucede mucho.
Al final, seguramente y como en tantos ámbitos digitalizados de la vida, apenas estamos en la fase de experimentos. Faltan aún muchas mediciones, normatividad y conocimiento certero (y comprobado) de cómo hacer las cosas lo más efectivas posible. Por ahora solamente quise levantar la voz como una usuaria desesperada (ya dije, un caso muy low-low) por el acoso publicitario.