Las medidas sanitarias que muchos restaurantes han adoptado en la CDMX se han convertido en acciones acertadas en comparación con las promovidas por el negocio ambulante.
Debido a lo fácil que es multar un restaurante, se opta por condicionar hasta niveles drásticos su operación.
La industria restaurantera tiene pagos de nómina, renta, insumos, impuestos, por lo que el ingreso corriente es clave para lograr que se mantengan operando.
La industria restaurantera en la CDMX enfrenta una de las peores crisis que pudieron haberse imaginado en la historia reciente.
La contingencia sanitaria ha impuesto diversas restricciones, entre ellas la de cerrar puntos de venta que no sean de primera necesidad.
Esta regla ha beneficiado en todo momento a los supermercados, que se han convertido en los ganadores de la contingencia, a pesar de que muchos de ellos no cumplen con las medidas sanitarias para operar.
Las restricciones han impactado a los restaurantes, obligando a su cierre y condicionando su operación ante una eventual reducción de casos de contagio por COVID-19.
Mientras esto ocurre, los restaurantes tienen prohibido recibir comensales en sus puntos de venta, lo que limita sus ingresos corrientes con los que pagan sueldos, rentas, insumo, en fin, la lista de gastos es desproporcionada ante las medidas tomadas por las autoridades, un tiro de gracia contra la industria.
A pesar de esta tragedia, las autoridades no han sabido acertar con una solución económica para esta industria. La Secretaría de Salud federal no ha podido argumentar por qué en México se cierran restaurantes, pero no se impide el ingreso de extranjeros al país, a pesar de la nueva variante de coronavirus.
Las autoridades locales de la Ciudad de México se burlan, tal como ocurrió con la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, cuando aseguró que las personas que viven de la industria restaurantera y protestaron con un “cacerolazo” en el Centro de la Ciudad de México, solo buscaban salir en la foto.
Este tipo de medidas están desquiciando a la industria y obviamente acotando sus ingresos por tantos días sin poder operar.
Esto llevó al surgimiento de la campaña #AbrimosoMorimos, que llevó a la clausura de restaurantes, luego de que estos sentenciaron que abrirían para comenzar a recibir comensales, de lo contrario, sus negocios morirían.
Después de todo esto, un primer paso
Los restauranteros de la ciudad de México han dado un primer paso para poder abrir en semáforo rojo, esto luego de la serie de protestas sin las cuales el gobierno capitalino no tomaría en cuenta lo crítico de la situación por la que atraviesa esta industria.
Frente a esta serie de desafíos, se ha llegado al acuerdo de mantener una reunión entre el gremio y autoridades para promover una reactivación segura.
La propuesta de los restauranteros para abrir en semáforo rojo es la siguiente y son las mismas restricciones con que han venido operando en otros colores de semáforo.
Se comprometen a abrir con un aforo de 25 por ciento en interior y 35 por ciento en terrazas. Mesas de seis comensales máximo. Un horario de cierre hasta las 10 de la noche. Uso de código QR para rastreo. Aplicación de protocolo de mesa segura. Elaboración de pruebas COVID-19 a empleados. Acompañamiento a las autoridades en actividades de supervisión.
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