El paso del huracán “Otis” por el puerto de Acapulco, y el estado de Guerrero en general, ha dejado escenas escalofriantes, impactantes, de esas que quisiéramos que no salieran de una película sobre algún desastre natural. No obstante, la destrucción quedó allí, a algunos nos deja atónitos, pero no tanto como la lentitud en la respuesta por parte de las autoridades.

A más de cinco días (más de 120 horas) del inicio de la tragedia, todavía hay localidades muy afectadas como las del municipio de Coyuca de Benítez que no cuentan con la presencia de ningún tipo de representación gubernamental, ni federal, ni local. Agua fresca ya no se encuentra, los alimentos escasean y por supuesto el servicio eléctrico tampoco se ha restablecido, lo cual seguramente persistirá por varias semanas.

Irónicamente, sabemos lo que sucede en estos lugares porque los medios de comunicación sí han llegado hasta el lugar y han estado informando sobre las penurias que sufren sus habitantes, por los embates naturales y por la ausencia de funcionarios oficiales. En programas de CNN hemos visto a las personas de Coyuca de Benítez utilizando sus tendederos de ropa para convertir su carne en carne seca, para que el alimento no se pierda ante la falta de refrigeración.

Incluso en la zona más golpeada, como lo es el puerto de Acapulco, apenas fue el viernes (el huracán golpeó en la madrugada del miércoles) cuando la Guardia Nacional tomó la ciudad para tratar de restaurar el orden y cuidar que no ocurrieran más saqueos.

Si bien la magnitud del huracán “Otis” sorprendió a todos al pasar de huracán categoría 1 a categoría 5 en sólo nueve horas, la dilación en la respuesta por parte de las autoridades se puede considerar como un resumen de la falta de eficiencia que han tenido las autoridades nacionales de los últimos años.

Una imagen que podría ejemplificar el comentario previo es la del presidente de la República atorado en un SUV, sin poder transitar hacia la zona del desastre en Guerrero porque el lodo no lo dejó avanzar. Desde el punto de comunicación esa imagen es muy fuerte: el jefe del Estado estancado mientras el pueblo estaba desatendido.

Remontándonos a los meses de la pandemia, tanto el sector empresarial como la población en general quedaron a la espera de acciones concretas por parte del gobierno federal para responder a las consecuencias económicas de la pandemia; éstas nunca llegaron.

El mensaje que queda tras estos hechos es que no existe capacidad de reacción para salirse el guión establecido, y la población es quien termina sufriendo este guión de la ineficiencia.

Es curioso que este guión se mantenga a días de que comience la precampaña electoral por la Presidencia de la República. Pareciera que a los encargados de comunicación de los actores políticos se les olvidó que la imagen que dejen en una circunstancia como la actual puede incidir en el devenir de los comicios del 2024.