Al no contar con información cierta y específica de nuestra marca, tendemos a suponer y esto es un error fatal pues nos lleva a equivocarnos. Si suponer fuera un camino seguro, no existirían las investigaciones de mercado tanto cuantitativas como cualitativas. Chuparnos el dedo y levantarlo al aire sería suficiente, sin embargo, la realidad no es así.
Te sugiero que preguntes a tus socios o directivos ¿cuál es la definición de su negocio? ¿cuál es el objetivo del negocio, de la marca?, por obvia, no aceptes “vender” por respuesta. Te asombrará escuchar respuestas totalmente diferentes.
Es algo generalizado que por la prisa de vender o falta de comprensión de lo útil que puede ser una investigación seria, emitimos mensajes sobre nuestro producto o servicio sin tener la respuesta a estas tres preguntas:
1. ¿Quién es mi marca? ¿Cuál es la personalidad de tu marca? Si fuera una persona, ¿cómo sería, cómo hablaría, qué gustos tendría, cómo ayuda a las personas? en fin, definirla como describirías a una amiga o amigo. ¿Cuál es su objetivo, por qué existe mi marca?
2. ¿Cuál es el valor de mi marca? ¿Qué ofrezco diferente a mi competencia?, ¿cómo ayuda mi marca a las personas, cómo mejora su vida?
3. ¿Quién es realmente mi cliente potencial? No podemos venderle a todo el mundo, cada marca tiene un tipo de cliente y éste tiene características específicas, únicas, ¿sabes qué emociones le mueven, qué le gusta y qué no?
Si no tienes la respuesta correcta a estas preguntas, no sabrás qué publicar, ni qué decir porque no sabrás a quién les estás hablando. Dirás lo que dicen todos y usarás frases vacías, nada convincentes.
Te sugiero que investigues muy bien quién es tu cliente potencial, te comuniques con él con las palabras correctas, con la técnica de redacción persuasiva, el copywriting, y al hablarle, te pongas en sus zapatos, escríbele desde ahí.
Cuida a las palabras y ellas cuidarán de tu marca.
Gracias por leer. Enrique Staines Cicero