Las opciones son pocas: optar por llevar a los niños a la escuela y con ello arriĂ©sgarlos a una tercera ola de Covid-19, que hasta el 8 de agosto ha dejado 613 muertes y 60 mil 928 contagios infantiles en MĂ©xico segĂşn la SecretarĂa de Salud; o que permanezcan en casa y con ello incidir en que incremente su estrĂ©s, ansiedad, desesperaciĂłn y agotamiento emocional al estar frente a una pantalla sin mayor interacciĂłn social que la del nĂşcleo familiar, hacinados, sin actividad fĂsica y rezagados educativamente, segĂşn lo reporta el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de MĂ©xico.
¡QuĂ© responsabilidad tan grande! Y ante ello los padres de familia no tienen una guĂa gubernamental pues el presidente, AndrĂ©s Manuel LĂłpez Obrador, ha dicho que se trata de un regreso voluntario; las autoridades de salud en voz del subsecretario de Salud, Hugo LĂłpez-Gatell, consideran que “el nivel de mortalidad en niños y adolescentes es muy baja”, lo que claro, dista mucho de las filas de personas formadas afuera de los hospitales de atenciĂłn infantil, al menos en la Ciudad de MĂ©xico.
Los niños están abrumados, cansados, existe ya una generación que no conoce su plantel escolar, ni a sus compañeros; eso, seguramente, impactará en cada aspecto de su vida y se sumará a las marcas emocionales y afectivas que dejó la pandemia.
Cómo se extrañan aquellas épocas en las que las mayores preocupaciones por el regreso a clases eran los precios de los cuadernos y las segundas filas de autos afuera de los centros educativos. Hoy, la gran preocupación es la toma de una decisión que puede ser de vida o muerte, no sólo por una infección de Covid-19, también por la gran presión sobre los menores al tomar clases a distancia.
SegĂşn la agencia Infobae, 11 paĂses del mundo, entre ellos, Canadá, Estados Unidos, Argentina, España, Francia, Alemania e incluso India con un alto grado de mortalidad ya han regresado a las clases presenciales o se encuentran sujetas al nĂşmero de casos, aunque en ninguna de estas naciones ha sido posible frenar los contagios entre los menores, que a su vez tienen mayores probabilidades de propagar el virus a otras personas en sus hogares, segĂşn un estudio reciente de la Agencia Canadiense de Salud PĂşblica.
MĂ©xico no puede comparar su infraestructura educativa con paĂses como Estados Unidos o Canadá, por el contrario, es tal el rezago que en las escuelas no hay instalaciones sanitarias decorosas, ni comedores, mucho menos ventilaciĂłn cruzada o instalaciones amplias. Los salones de las escuelas de gobierno son cámaras amontadas con 30 o 40 alumnos que hacen lo que pueden para no desertar.
Los padres de familia se enfrentan a la confusión y sin mayor apoyo, las instancias gubernamentales como la SEP, por ejemplo, publicó una carta responsiva para acudir a las clases bajo los riesgos que ello implica; después, su titular Delfina Gómez, se retractó y desechó esa posibilidad.
Por otro lado, hay 25.6 millones de alumnos de educaciĂłn básica en MĂ©xico cuyas actividades mueven un importante sector de la economĂa: su presencia en las aulas traerĂa un respiro a los empresarios de ramas como la papelera, de confecciĂłn de uniformes, transporte, alimentos y zapaterĂa.
Ante tal dilema existe la opciĂłn: el regreso escalonado, que por su puesto, en la gran mayorĂa de las instituciones, tendrán que organizar y ser responsables (de nuevo) los padres de familia pues no existe una directriz general.Â
Asimismo, podrán tomar en cuenta la opinión de organismos internacionales como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en México, que consideró que los niños deben regresar a clases presenciales, con las medidas de sanidad necesarias para evitar contagios de Covid-19, lo que consideró como “un gesto de valor de México para el mundo”, pero quién siendo padre de familia quiere ofrecer ese ejemplo de valor si la vida de un hijo va de por medio.