Hace algunos días estaba pagando algunos impuestos y, como a todos, no dejó de llamarme la atención el monto de los mismos y pensaba en la retribución que recibía por pagarlos y no dejó de llegar a mi mente ese diablito que me decía “¿por qué pagas tanto en impuestos?”.
Luego de deshacerme del famoso diablito que me hablaba, y de pagarlos me empeñé en averiguar acerca de la evasión fiscal en nuestra región y mi sorpresa fue que hablamos de más de US$325.000 millones en dinero que dejan de percibir las arcas de Latinoamérica y El Caribe, algo cercano al 6.1% del Producto Interno Bruto (PIB).
Si habláramos de países, en México por ejemplo, se evaden aproximadamente US$28.000 millones, lo que equivaldría al 12% del total del fraude fiscal de la región y con ese monto podrían comprarse 7.752.000 casas de clase media aproximadamente, o bien, 37’072.368 de cestas básicas de alimentos para familias. Por su parte en Colombia, la defraudación tributaria alcanza los US$14.000 millones, lo que representa el 4% del PIB de este país.
Ahora, es interesante que en Latinoamérica y El Caribe la mayor parte de la recaudación fiscal provenga de Impuestos al Consumo, es decir, proviene de los que se fijan a todas las personas por igual, lo que suena ilógico cuando en esta región el 1% más rico de la población concentra el 41% de la riqueza y el 10% más rico concentra el 72% del total de la riqueza.
Quizás por esto, desde el año 2018 se ha venido escuchando en la región la teoría de equilibrar las cargas tributarias y comenzar a decretar reformas de leyes que vayan orientadas a aumentar los impuestos a las personas más adineradas.
Los impuestos y su incidencia tributaria
Es así como analistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) en su Blog “Serie especial sobre políticas fiscales en respuesta al Covid-19” plantean considerar aumentos de las tasas en los tramos superiores del impuesto sobre la renta, del impuesto sobre la propiedad y sobre el patrimonio.
Por su parte, técnicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dan un mayor enfoque en los impuestos a la propiedad en comparación con años anteriores.
Especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) plantean como opción acrecentar los porcentajes sobre los rendimientos de capital donde el impuesto es dual, como el caso de Uruguay, es decir, dividendos, intereses, regalías, ganancias de capital, etc. En relación al impuesto a la propiedad, sostienen la obligación de impulsar y fortalecer los que tributan inmuebles residenciales y empresariales, y fortalecer los catastros y con esto, la planificación territorial reafirmando su naturaleza de gravamen subnacional.
Una nueva realidad fiscal
No olvidemos que dentro de las principales fuentes de financiamiento los estados cuentan con los ingresos fiscales, endeudamiento; explotación y exportación de recursos no renovables, implicando el segundo pago de intereses y viéndose el tercero afectado por la baja de los precios internacionales, por lo que la política fiscal se convierte en la principal herramienta con la que cuentan los países para afrontar la situación producto de la crisis mundial sanitaria, económica, humana y social que deja el Covid-19.
En la actualidad más que nunca es menester que paguemos nuestros impuestos ya que los gobiernos están destinando grandes sumas de dinero para atacar temas sociales derivados de la crisis que ha traído y traerá la pandemia, por lo que no dejemos que ese diablito que nos aconseja no pagar nuestras obligaciones fiscales nos domine y pensemos en el bien común que estamos generando cuando pagamos al fisco.
Por James Hernández, presidente y cofundador de Trust Corporate.