Santiago, Chile- No hace mucho, Facebook realizó una pequeña investigación sobre auto censura en la red, la que dio como resultado que, de cada diez personas, siete comienzan a escribir algo para luego borrarlo y no publicar lo primero que pensaron. La lógica indica que la imagen es cada vez más importante en redes sociales y las verdades (el fondo) pasan a segundo plano. ¿Por qué?

Si bien las redes sociales surgieron como un intento de conectar a los amigos cuando no podían reunirse frecuentemente (para el estudio o para lo social), poco a poco se han convertido en plataformas públicas, lo que es altamente positivo para el marketing digital, pero menos sano para las relaciones cercanas que, cada vez más son menos cercanas. Claro, porque en el afán de “sumar amigos” y sumar popularidad, hemos caído en la tentación de aceptar a conocidos de conocidos y también a desconocidos que pretenden estar interesados en nosotros y que muchas veces se dan el lujo de opinar sobre lo que decimos o hacemos, generando molestia por la desfachatez, más que por la crítica. De acuerdo, la culpa no es del cerdo, sino del que le da el afrecho.

Esta realidad no tiene nada de malo si la asumimos como tal, pero puede ser fuente de confusión, en especial para niños, adolescentes y personas sensibles. La  posibilidad de decir cualquier cosa a cualquier persona en una plataforma pública, se convierte para muchos en una forma de catarsis que bordea a ratos los límites de la educación y el respeto por el otro.

A raíz de lo anterior, los usuarios del sistema comenzamos a medir nuestras publicaciones, a pensar en  “qué van a decir los amigos” (que no siempre son amigos) antes de difundir un mensaje, una reflexión y hasta una broma.

Lo curioso de este fenómeno es que, con esa tendencia, el marketing digital tampoco está en condiciones de hacer una evaluación real de su audiencia. Mucho braggie, mucha selfie en lugares top, mucha imagen que no corresponde a la realidad también llevan a la industria a enfocar sus esfuerzos en grupos que no son lo que dicen ser.

Las redes sociales cambiaron la manera en que nos comunicamos, es cierto, pero la esencia del emisor sigue igual.

De cualquier forma, esta reflexión circular nos llama la atención sobre la dinámica de los procesos de las masas, tan cambiantes como los seres que las componemos.