Si hay algo que ha distinguido a Pixar son sus historias. El estudio llegó en 1995 con Toy Story mostrando, más allá de los avances en la animación digital, que la resonancia de una película (y para el caso serie, novela o cualquier otro vehículo para decir algo) está en su historia. Suena lógico, incluso sencillo. Todos contamos historias, pero son pocas las que se quedan y trascienden. Con el paso de los años, la evolución de Pixar ha dejado clásicos como Monsters, Inc., Buscando a Nemo, Wall-e y Valiente. Este año tiene dos estrenos, el primero Red o “Volviéndose rojo”, según el país, está destinado a sumarse a esa lista y eso sucede gracias a un factor elemental, el problema.
La solución para una buena historia está en su problema, mejor dicho, problemas. Donald Miller, autor y consultor, habla de tres problemas y Red es una buena muestra de cómo, hilados adecuadamente, consiguen que una historia sea universal, emotiva y significativa. Estos son los problemas y cómo aplican, sin mayores spoilers, en Red:
Problema Externo
El héroe o heroína de una historia, en este caso, Mei, una adolescente de trece años, quiere algo. El problema externo es aquello que se lo impide. En “Red” es muy sencillo, Mei quiere ir con sus amigas al concierto de 4*Town, una boy band, pero resulta que su madre no está de acuerdo con ello y, para complicar las cosas, la emocionalidad propia de la edad ha hecho que se manifieste en ella la “bendición” de la familia: cada que vive una emoción muy fuerte (sea la que sea, felicidad, tristeza, enojo o cualquier otra) se convierte en un panda. Entonces, ir al concierto parece fuera de alcance. No puede exponerse a convertirse en un panda rojo enfrente de “todo el mundo”. Si se expresara como una pregunta es muy sencillo, ¿irá al concierto?
El problema externo queda planteado siempre en el primer acto, es aquello de lo que el espectador busca o espera una resolución y que invariablemente está relacionado con el clímax o punto de no retorno, ese momento en el que parece que el personaje no lo conseguirá (y sí, hay veces que el personaje no lo consigue o no lo consigue de la manera en que espera). La historia irá precisamente de aquellos obstáculos que el personaje debe superar para conseguirlo, de aquello que debe aprender y eso nos lleva al siguiente problema.
Problema Interno
Para que un héroe o heroína sea interesante debe ser falible, debe de tener dudas. El problema interno se ocupa precisamente de ello. Mei, por ejemplo, se enfrenta a que su madre se opone a que vaya al concierto y, todavía más, a que ahora, convirtiéndose en panda rojo a la menor provocación (o emoción, mejor dicho) eso ya no parece viable, no digamos que habrá otros obstáculos como el hecho de que los boletos son caros. La propia Mei duda de ser capaz de superar esos obstáculos y ése es el problema interno.
La pregunta que salta es ¿conseguirá Mei ir al concierto? Matizándolo aún más, ¿es capaz Mei de controlar sus emociones, de controlar al panda rojo? De hacerlo, ir al concierto ya no sería un riesgo, pero ahí está la clave. El personaje central es inseguro, dudoso. Debe aprender algo, debe desarrollar habilidades para conseguirlo. Como se llega a decir, debe crecer ante el reto. El problema interno es esencial porque hace más humano al protagonista y esa duda, según sea la historia, puede ser muy complejo o muy sencillo. Para un estudiante poder el sentirse seguro de aprobar un examen o para alguien que busca un trabajo el tener un buen desempeño en la entrevista. Es algo que parece mundano, pero que cobra otra dimensión cuando se aborda el último problema.
Problema Filosófico
En la articulación del problema filosófico es dónde fallan muchas historias. Es filosófico porque es aquello que discute la historia. Es aquello que es universal y que trasciende, es aquello que la hace relevante. ¿Por qué esto es importante? Un problema filosófico bien entendido, bien establecido y desarrollado llevará a que quién se acerque a una historia encuentre puntos de conexión, verdad e identificación.
“Red” es promocionada con la frase “Growing up is a beast”. Es ya una clave de qué va en realidad la película: la adolescencia. El panda rojo es una metáfora de ello (y de otros temas más con especial relevancia para las mujeres y creando un puente de empatía en relación con ello). Si Mei debe controlar sus emociones (como todo adolescente que pasa por esa montaña rusa varias veces en un día) y si ellas se desatan por esa lucha interna que vive entre honrar a su madre y honrar quién es, entonces, “Red” es precisamente sobre eso. Sobre la transición de la heteronomía a la autonomía, sobre ser quién se es y ése es el conflicto de todo adolescente e, incluso, más allá de la adolescencia.
La solución de una buena historia está en el problema. Sí, en el problema filosófico. Si él es el que guía toda la historia y si todo lo demás está discutiéndolo bajo distintos ángulos, el problema está haciendo bien su labor. “Red” va más allá, desde luego, pues la metáfora de la adolescencia tiene también otros significados cuya relevancia se representa en una frase que retoma a otra “My panda, mi decisión”. Ése es tema de otro artículo, pero sirva para abrir boca y dar cuenta de cómo la clave de una buena historia está en el problema.