A mediados del mes pasado, comenzó a surgir información de que grupo Milenio, (dueño de la versión impresa, digital y Milenio TV) despidió a buena parte de su plantilla en la ciudad de México. El recorte fue tan grave que alcanzó a directivos, editores de secciones, reporteros, diseñadores, personal de redacción y administrativo. Esa semana, Milenio se deshizo de personal que prácticamente fundó el periódico en el año 2000.
Posteriormente, a finales del mes, el periódico Reforma anunció el despido de tres plumas fundamentales que engalanaban sus páginas: Sergio Segura, José Woldenberg y Lorenzo Meyer.
En una lectura simple podemos decir que los tijeretazos son una táctica preventiva que están implementando los medios, con miras a las políticas de propaganda del sexenio que está incursionando: el presidente electo López Obrador anunció que recortará a la mitad el gasto en publicidad respecto a lo que gastó su predecesor Peña Nieto.
López gastará “sólo”, 30 mil millones de pesos, frente a los 60 mil millones que desembolsó el gobierno de Peña Nieto para difundir ante la ciudadanía sus presuntos avances.
El ahorro en este rubro es parte de la nueva política del nuevo gobierno, no sólo que pretende apegar a la austeridad, sino que buscará una reforma en materia de medios de comunicación. El equipo de AMLO anunció que impulsará una ley General de Comunicación Social que buscará eliminar la discrecionalidad al contratar publicidad, y establecerá una serie de criterios en el área de comunicación social.
En la actualidad, los funcionarios encargados de la comunicación y la compra de publicidad elegían arbitrariamente en qué medios anunciarse y cómo distribuir el presupuesto en publicidad.
Así era fácil que un medio “de chocolate”, con un tiraje irrisorio y un ridículo número de lectores estuviera plagado de publicidad del gobierno, como resultado de las buenas relaciones de sus directores con el poder y, por supuesto, por la línea que siempre favorecía a éste.
Con la entrada del sexenio 2018-2024, los criterios para contratar publicidad del gobierno en los medios se establecerán de acuerdo al tiraje y número de lectores en el caso de medios impresos y digitales, y en el rating en los medios electrónicos.
La célebre frase de López Portillo que advertía a la prensa de la época “no te pago para que me pegues” la forma de utilizar a los medios como un instrumento del poder son dos cosas que siguen vigentes en la actualidad de los medios de comunicación. Pero, sin afán de generalizar, tampoco era necesario que los medios hablaran bien del gobierno y fueran omisos a conveniencia, de todas formas, todos recibían una buena porción del pastel publicitario que año con año repartía el gobierno federal y los gobiernos locales.
Esta nueva política planteada por el presidente entrante es prometedora y positiva a primera instancia, con miras a la transparencia y rendición de cuentas (aunque hasta no ver, no creer), pero también, no dejará de causar daños colaterales.
Desde hace dos décadas se empezó a hablar de la crisis de los medios: la gente ya no compra medios impresos ni ve la televisión, consume más noticias por internet, por lo que las marcas ya no se anuncian al mismo nivel que antes y a los medios digitales les cuesta trabajo encontrar una fórmula de comercialización efectiva. En resumen, los medios se encuentran en una crisis que sin duda se agravará con los recortes presupuestales del gobierno entrante.
Así, los medios que sobrevivan a los cambios se verán en la necesidad de realizar duros recortes de personal o hacer aún más precarias sus de por sí lastimadas nóminas. Una situación que no sólo afectará al sector medios de comunicación, sino a la industria de las agencias de medios, de publicidad e incluso a agencias digitales.