El fast fashion, o moda rápida, se refiere a los grandes volúmenes de ropa y calzado producidos, con baja calidad, en función de las tendencias, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal.
Seguramente te ha pasado, compras unos jeans a muy buen precio en el centro comercial, los utilizas una o dos veces en verano y para invierno ya no están a la moda y terminan en el vertedero, en el mejor de los casos, los pantalones serán enviados a alguna persona que lo necesite, sin embargo, al ser de mala calidad su vida útil seguramente será muy corta.
Cuántas veces hemos repetido este ciclo a lo largo de nuestras vidas sin considerar que la industria de la moda es una de las más dañinas y contaminantes para el medio ambiente, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas la producción textil es responsable del 20 por ciento de las aguas residuales globales y del 10 por ciento de las emisiones globales de carbono.
De esta manera, a mayor volumen de fabricación, mayor depredación del ambiente. A pesar de que las casas de moda, que son las que marcan la pauta en las tendencias de fabricación, cada día hacen mayores esfuerzos para disminuir el impacto ambiental, la responsabilidad también recae en las empresas fabricantes y sobre todo, en los compradores.
Todos nos tenemos que vestir, eso es indudable, pero antes de llenar las bolsas de compras podríamos re pensar y hacer una compra inteligente, por ejemplo al adquirir un producto de lujo, su adquisición puede significar una inversión más alta, sin embargo, los productos pueden durar toda la vida y ese es su gran valor.
Las marcas premium suelen cuidar sus procesos de producción, además, al tener una producción en piezas limitadas son sostenibles, a diferencia de la producción masiva. Según estudios de la Footwear Distributors & Retailers of America (FDRA), en el mundo se fabrican alrededor de 25 mil millones de zapatos anualmente de los cuales el 95 por ciento termina en la basura porque no tienen la durabilidad suficiente.
México, por ejemplo, se fabricaron cerca de 250 millones de pares de zapatos en 2019 y 200 millones en 2020, baja atribuida a la pandemia. La Cámara de la Industria del Calzado de Jalisco reportó que en el último año se adquirieron unos 300 millones de pares, lo que supone que por cada par importado se venden dos producidos en el país. Quiere decir, además, que con una población de 126 millones de habitantes cada persona adquiere 2.4 pares de zapatos en promedio al año.
Por otro lado, una marca premium como Prada México desplaza 18 mil pares de calzado al año. La cifra parece baja, pero el tiempo de vida promedio de cada par producido en este segmento es de 30 años, eso es una gran ventaja.
Prada, es un ejemplo de una marca que ofrece una calidad insuperable en sus materiales, cada costura y remache, la suavidad de la piel (vegana si así lo desea el cliente), cada detalle extiende la vida de sus productos y ello, claro, impacta en el medio ambiente.
Ante el surgimiento de nuevas marcas los consumidores podríamos considerar otros puntos importantes antes de realizar la compra, como la responsabilidad y trayectoria de las compañías, en el caso de Prada México representa una historia de mucho esfuerzo, constancia y lucha, que siempre ha creído en las mujeres y en mezclar lo mejor de dos mundos: la tradición del calzado de España y la experiencia del servicio y trato de México.
Definitivamente antes de realizar cualquier compra es necesario preguntarnos ¿realmente lo necesito?, si la respuesta es negativa, sigue tu camino y no lo compres pero si es positiva, vale la pena invertir, hacer un esfuerzo y comprar aquel calzado o prenda que realmente durará.