Por: GermÔn Rivera
Twitter:Ā @GerRiveraG
Desde luego que la pĆ©rdida de vidas es el peor daƱo que pudieron haber causado las tormentas āIngridā y āManuelā en territorio nacional, pero tampoco se pueden dejar de lado las cuantiosas pĆ©rdidas económicas que ocasionaron dichas tormentas, pues dos terceras partes de MĆ©xico se vieron afectadas ante tal cantidad de lluvia que tuvimos y que el dato mĆ”s reciente que se tiene de precipitaciones de tal magnitud se remonta al lejano 1963, donde muchos todavĆa no habĆan nacido.
El impacto de las recientes inundaciones le pegarÔ directamente al magro crecimiento económico estimado por el Gobierno Federal en 2013, que era del 1.8% para quedar en 1.7%, aunque hay analistas financieros que estÔn bajando el pronóstico de crecimiento económico hasta quedar en 1.4%, que huele a estancamiento y mayor tasa de crecimiento en el desempleo.
Otra consecuencia de los recientes desastres por las intensas lluvias es que la inflación sufrirĆ” un incremento en septiembre y en octubre, debido a que los sectores agrĆcola, ganadero, pesquero y silvĆcola sufrieron enormes daƱos y tardarĆ”n en abastecer de productos de primera necesidad a diversas zonas tanto urbanas como rurales, donde los caminos y puentes que conectaban a dichas zonas fueron devastados y por lo tanto no hay forma de entregar los productos o las empresas que los distribuyen tienen que hacer mayores esfuerzos para entregarlos, los costos de distribución se incrementan y por lo tanto los precios de los productos tambiĆ©n tienen que ser afectados en esa proporción.
Es difĆcil de comprender que con tanta lluvia, frutas y verduras suban en un abrir y cerrar de ojos hasta en un 20%, pues las cosechas deberĆan ser mayores y por lo tanto deberĆa haber una mayor oferta de estos productos, sin embargo la situación es otra, pues las lluvias ocasionaron daƱos severos en los terrenos de cultivo, con lo cual se estima que 613,000 hectĆ”reas de cultivos tuvieron pĆ©rdida total y se espera que hasta noviembre podrĆ”n volver a recuperarse y serĆ” hasta entonces cuando los precios de algunas frutas y verduras como la calabaza, chile, jitomate, pepino, melón y naranja empiecen a estabilizarse.
Debemos tambiĆ©n hacer una distinción entre los comerciantesĀ mercenarios que viven de la desgracia ajena para incrementar los precios en forma desproporcionada ante semejante emergencia, pues productos como agua, leche, refresco y productos enlatados los vendĆan hasta el doble de su precio normal y lo Ćŗnico que provocaron fue una afectación todavĆa mĆ”s grave a las familias afectadas por las inundaciones que tienen que hacer esfuerzos increĆbles por conseguir artĆculos de primera necesidad.
Mención honorĆfica merecen los comerciantes que en todo momento respetaron precios y no pretendieron lucrar con la desgracia ajena, pues ante estas situaciones, los valores y la Ć©tica tienen que prevalecer sobre propios intereses.
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