¡Créanme!, me encuentro hasta el nabo de visitar, en la red, páginas web de compañías mexicanas oferentes de productos y/o servicios para descubrir que… éstas, las endinas páginas, no funcionan o, en el mejor de los casos, lo hacen pobremente y con grades dificultades de servicio y exposición. Les cuento que algunas de ellas tardan horrores en abrir ya que, sus diseñadores, las elaboran como “Estelas Mayas” del pre-clásico temprano, tardando en formarse… lo que los Mayas en construirlas -eso si se tiene un buen ancho de banda.
Aunque lo peor de su ADN viene a ser la pobre funcionalidad, me explico: puede suceder que no opere el acceso a la imagen del producto o, que no se logre desplegar al formato de pedido o, pase el terrorífico CONGELAMIENTO.
En ocasiones, la gama de colores o tamaños deslumbra por su ausencia cromática. El formato de llenado de datos de pago es confuso -por decir lo menos- y da miedo hacer click en el carrito de pago, no vaya a ser que no te entreguen y sí te cobren cuando se queda la imagen congelada.
El orden de conceptos es caótico en su lógica -no corresponde a la manera en que uno busca algo- y mono-nacional o, como se dice en USA, “doméstico” (como ejemplo, traten de pagar en ciertas páginas web de líneas aéreas nacionales desde los EEUU con divisa americana.
Al final, lo más grave viene a ser que, simplemente y por más que te esfuerces, no puedes encontrar dos importantísimas funciones aparentemente destrabatorias del entuerto digital: contacto y soporte; es como navegar en un “Real de Catorce” virtual.
¡Admitámoslo!, la economía de la oferta y la demanda se ha vuelto digital para no regresar jamás y, se ha gestado para todos por igual.
La distribución de “camión repartidor de leche”, hoy se a tornado en un asunto de logística internacional multimodal abriendo el camino al ejercito invasor de allende el mar. La entrega -esa última milla que te acerca a la cobranza- se ha tornado en un “índice de refracción” de la velocidad de la luz. Ah… sin mencionar que la competencia – esa ingrata entrometida- hoy en día le ha pelado el diente a nuestros locales y lo ha hecho desde lugares tan distantes como la Micronesia.
Queridos ejecutivos comerciales corporativos, de una vez por todas, salgan del clóset analógico para entrar, sin miedos ni vergüenza, a la era digital real antes de que sea demasiado tarde y les vaya a acontecer como a los de la “tele” y el apagón digital. Continuará…