“Woody Allen” refiere, en una de sus rutinas de comedia: “Siempre pensamos que el día que civilizaciones venidas de lejanas galaxias (o competidores avanzados) nos invadan, éstas nos adelantarán años luz en tecnología. Traerán artefactos que no entenderemos o podremos utilizar mismos que les permitirían (nos permitirían) manipular cualquier cosa”.
Sin embargo, Allen nos advierte: “No nos debemos preocupar ya que, sí no podemos entender o comunicarnos con sus sistemas, simplemente les (los) ignoraremos haciendo nuestro trabajo cotidiano de la misma manera que siempre lo hemos hecho hasta que… hartos, estos seres se frustrarán marchándose de la tierra”. En vez, argumenta: “La civilización avanzada de la cual deberíamos estar preocupados es aquella que se encuentra quince minutos adelante de nosotros. Son los que siempre llegan antes a las funciones de cine, exposiciones y a los restaurantes de moda. Nunca pierden una junta con el jefe… y siempre arriban en primer lugar a cada carrera que inician”.
La columnista Rosabeth Moss Kanter del Harvard Business Review, llama a esto, “La Ventaja Competitiva de los Quince Minutos”.
Vender ideas transformacionales e innovadoras no es nada fácil, agrega: “La incerteza económica ha reducido el universo de los tomadores de riesgo. Inclusive, en tiempos de bonanza, es temerario proponer ideas que confronten el “status quo”. Los innovadores constantemente tienen que frenar sus ansias sonando conservadores mientras impulsan algo radical. Las ideas innovadores deben de estar quince minutos adelante de lo existente a fin de que sean comprendidas y asimiladas, no años luz”.
Considero que hemos entendido la innovación como algo que presenta un cambio radical y, ¡lo es!.
Sin embargo, éste tiene que ser entendido y encontrarse cerca de lo existente en infraestructura y/o hábitos humanos para que sea aceptado y utilizado. No puedes irte demasiado adelante en el futuro creando revolución en vez de evolución; dejando a consumidores potenciales perplejos. Progreso constante -paso a paso- puede generar que las ideas obtengan apoyo interno ganando la carrera externa para el “share of market y share of mind”, especialmente si cada paso es dado con presteza. En otras palabras: Mantente ligeramente adelante de tus competidores sin alejarte de lo que tus consumidores pueden entender e incorporar logrando así que la idea innovadora sea vendible.
Aquí te presento ocho características que te permitirán obtener apoyo interno y externo a esas ideas innovadoras que te rebotan en la cabeza:
1.Que pueda ser probada con simpleza: La idea o producto debe de ser capaz de ser demostrada en forma “piloto”.
2.Divisible: Puede ser adaptada en segmentos o fases.
3.Reversible: ¡Sí no funciona!, que pueda, el objeto o idea que transforma, regresar a su función o forma anterior.
4.Tangible: Que ofrezca resultados concretos evidenciables con una clara diferencia en algo que los consumidores utilizan y valúan.
5.Inversión disfrazada: La idea se puede construir bajo costos previos ya erogados de tal manera que parecen no involucrar nuevas inversiones.
6.Familiar: Tiene la apariencia de algo que la gente ya conoce y entiende siendo consistente con otras experiencias de uso.
7.Congruente con la estrategia de futuro: En línea con el sendero que la empresa, la sociedad y la demanda van requiriendo.
8.Valor público positivo: Algo que haga verse bien a todos los involucrados. Que produzca un efecto positivo.
“Apple Inc.”, ya había lanzado al mercado una tableta en 1987. También lo hicieron Motorola, Sharp y Digital Ocean por esos años. Todos sin resultados. La tableta de “Apple” fue llamada “Newton Platform”, nacida de forma prematura… años luz antes de la iPad. Para muestra… un botón.