Se dice que el miedo al fracaso es uno de los peores miedos a los que puede enfrentarse un ser humano. Hay algo de razón en ello. Ante todo, somos las decisiones que tomamos, y eso siempre nos mantendrá con una sensación de incertidumbre.
Sin duda, uno de los grandes dilemas en el mundo de los negocios es decidir si invertir o no en otro país que no es el nuestro. Salir de la zona de confort siempre es difícil, pero lo es aún más tener la inteligencia necesaria para hacerlo bien. Sin embargo, en estos momentos políticos, sociales y económicos tan turbulentos, los inversionistas mexicanos deben tener muy claro algo antes de dar cualquier paso: las inversiones siempre, siempre, son a largo plazo.
Quien me dio ese consejo fue Alejandro Dabdoub Smutny, empresario e inversionista mexicano que opera en Estados Unidos desde 2001. Sus estudios en la London Business School y en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), su exitoso historial de negocios, pero sobre todo su enorme capacidad para aprender del fracaso, lo certifican como una voz confiable.
Se dice que 2020 es un pésimo año para invertir. Las opiniones son variopintas y, como se dice coloquialmente, cada quien habla según cómo le va en la feria. Pero todos coinciden en algo: uno de los mayores temores que hoy tienen los inversionistas mexicanos para hacer negocios en Estados Unidos son las elecciones. El tema Trump-Biden se ha convertido en un tema bisagra para cientos de inversionistas.
Claro que las riñas políticas siempre han sido (y serán) muy importantes. Pero no debemos perder de vista que los gobernantes cambian cada cuatro años en Estados Unidos y los cambios legislativos suceden prácticamente cada 12 meses. Los inversionistas tienen que saber en qué terreno se están movimiento, pero jamás deben intentar controlar ese terreno. El secreto, dice Dabdoub, es la resiliencia, es decir, la habilidad para adaptarnos a las circunstancias que se presenten, ya sea que vengan del Partido Demócrata o del Partido Republicano.
“Lo menos recomendable para cualquier inversionista con proyección internacional sería determinar su proyecto con base en cuestiones políticas, ya que los presidentes están cuatro años y los posibles cambios regulatorios o marcos legales cambian con mucha frecuencia. En cambio, un proyecto de inversión siempre debe considerarse con un objetivo a largo plazo”, sostiene este gurú de la industria inmobiliaria.
De acuerdo con el Departamento de Comercio de Estados Unidos, los inversionistas mexicanos aportan el 12.9% de la inversión extranjera total en los Estados Unidos. Mucho menos que la región Asia-Pacífico, la cual contribuye con el 47.1%. Esto indica que, pese a ser socios comerciales íntimos, los mexicanos aún tienen muchos tabúes o miedos de invertir en nuestro vecino del norte.
Aunque parezca extraño, uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los inversionistas mexicanos en Estados Unidos es al tema migratorio. Hay dos motivos muy frecuentes por los que un inversionista extranjero puede perder sus inversiones en ese país: la deportación o la ausencia de VISA. Por eso, cuando se mueve tanto dinero en el extranjero, es fundamental (casi vital) rodearse de un equipo profesional que tenga capacidad de acción inmediata: un abogado, un contador certificado o colegiado, un planificador de bienes y un abogado de inmigración.
Sonará increíble para muchos, pero la burocracia sigue siendo el enemigo número uno de los mexicanos en la Unión Americana. El tema político por supuesto que es relevante, pero un inversionista no debe basar sus estrategias en coyunturas de gobierno. Es más importante salir a la calle y entender el mercado que meterte al Congreso a averiguar cuándo promulgaran la ley que facilite tu negocio.
Ojalá que las elecciones en Estados Unidos se conviertan más en un área de oportunidad que en un obstáculo para que nuestros inversionistas tengan éxito.
