No se sí el Bitcoin llegue a proliferar (seguro lo hará) pero, para todos aquellos que hemos navegado comercialmente entre países con los inconvenientes de la banca doméstica e internacional sujeta a la manipulación política; para los que hemos sufrido las restricciones cambiarias implantadas por gobiernos cerrados y al usurerismo bursátil presente en comisiones cada día mas elevadas y, para las empresas que sufren las restricciones propias de las protecciones de lavado que afectan a los que no lavan, el simple hecho de hablar de una moneda no gubernamental, sin institución central, ausente de fronteras, no ligada “directamente” a intereses bancarios y accesible de persona a persona, es entrar en un terreno sociocéntrico (tema que ya he tocado en otros artículos). Es hablar de la liberación del individuo vía la tecnología de la información sobre el marasmo burocrático creando así, una sociedad de verdadera oferta y demanda.
Si ven por ahí a Satoshi Nakamoto, salúdenmelo y díganle que… cada vez que alguien lanza una manera diferente de conducir la vida cotidiana abriéndola a todos por igual, inyecta fuertes ráfagas de aire fresco que arrastran con furor el polvo pegado producto de las burocracias y los totalitarismos que tanto coartan nuestra imaginación y libertad. Díganle que le invitamos una pizza a la Bitcoin.
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