Imaginemos una situación hipotética donde nos dan la posibilidad de mejorar nuestra vida, así, sin detallar un ámbito específico. Esta sería una de esas oportunidades a las que diríamos sí sin pensarlo pues lo llevaríamos a nuestra circunstancia personal pues podríamos pensar en mejorar nuestra salud, nuestras relaciones interpersonales o las finanzas familiares; las posibilidades serían infinitas.
Este deseo, estaría claramente influenciado por nuestras creencias y necesidades, por puntos de dolor o por carencias, pero sobre todo por el pasado, reciente o no pues éste es un factor que determina comportamientos indudablemente.
En la columna de la semana pasada escribí sobre la empatía y compartí una anécdota respecto a la frustración de un vendedor ante el rechazo de un cliente por un producto de alta tecnología y tratando de ir a más profundidad, quiero compartirle estimado lector, que el apego por las raíces y las costumbres, son circunstancias que se enfrentan al progreso del campo, por lo cual hoy le comparto cómo funciona el pasado en el sector agrícola.
EQUILIBRIO DE PASADO Y FUTURO
Latinoamérica se caracteriza por contar con una riqueza cultural fuera de serie y tenemos clarísimo el rol de la agricultura en nuestra dinámica social y como ejemplo de ello, nuestro continente es centro de origen del maíz.
Cuando la herencia fundamenta la pasión por el campo y permite explicar por qué el agricultor pone el corazón en la labor agrícola, se transforma en un elemento de gran valor narrativo, que nos permite contar historias exitosas e inspiracionales para propios y extraños.
El problema surge cuando el pasado se convierte en una barrera para la implementación de procesos y herramientas innovadoras y ocurre una estéril pelea basada en que las creencias deben ser suplantadas por la modernidad cuando es totalmente erróneo, pues la idea es mejorar la realidad de la agricultura respetando sus orígenes, acelerando su evolución.
Aquí algunos ejemplos donde el pasado se puede enfrentar a las novedades en el campo:
Nuevos productos: “¿Usted cree que voy a invertir en una semilla que va a reemplazar lo que mi bisabuelo sembraba?”. Diversos estudios ad hoc nos muestran que hay un apego emocional con lo que se siembra porque se constituye como un vínculo directo al pasado de las familias y aunque las semillas híbridas o la biotecnología han revolucionado la agricultura haciéndola más productiva, aquí se encuentran ciertas barreras que son entendibles pero que frenan el desarrollo de las economías de los países.
Nutriendo ganado: En distintas regiones de México, el ganado es alimentado a través de pastizales pues es una práctica aparentemente más barata y porque es la costumbre de la región. Una pequeña inversión en siembra de maíz puede incrementar radicalmente la producción de leche y carne en el ganado, pero sigue siendo una labor titánica la implementación de esta práctica porque aún con datos duros, hay percepciones que vuelven lenta la adopción a este cambio. Vean este testimonial donde no se pierde la línea de trabajo heredada por el abuelo y la manera en que las prácticas mejoraron el presente de esta familia, https://www.youtube.com/watch?v=JD9og_7Jidc
Prácticas agronómicas: Riego por goteo, cultivos protegidos, surcos ajustados, herramientas de predicción, uso de drones y demás prácticas modernas en la agricultura, no solo encuentran barreras de adopción en el factor de inversión sino también en lo relacionado a lo que en el pasado se hacía.
Los horticultores, ganaderos y agricultores más exitosos, han logrado unir eficientemente el entendimiento del pasado con la visión de largo plazo, capacitándose, invirtiendo y capitalizando los apoyos para el campo, para así generar círculos virtuosos de desarrollo.
SEMBRANDO REFLEXIÓN
Debe usted saber que muchas de las mejoras en el campo parten del reconocimiento de las prácticas actuales, pero sobre todo, involucrando a agricultores como parte del proceso de experimentación porque sin su experiencia, el avance digital, agronómico y tecnológico sería imposible. El cliente es, ha sido y será el elemento clave para el rediseño de la agricultura.
La psicóloga argentina Celia Antonini reflexiona acerca del pasado, el presente y el futuro en las decisiones cotidianas y menciona que “el equilibrio perfecto estaría en poder tomar el pasado no como un sillón sino como un trampolín, en tomar las cosas del presente, poder disfrutar y no perder la perspectiva del mañana”. En la agricultura es exactamente así. Cómo influyen el pasado, el presente y el futuro en las decisiones cotidianas – Infobae
Los espero en una nueva entrega no sin antes agradecerles que lean, comenten y compartan este espacio que es para ustedes.