México.- A inicios del 2014, entraron en vigor nuevos impuestos que según datos de CCNExpansión, llevaron a un aumento de 0.68 por ciento de la inflación en la primera mitad de enero, lo que llevó a alcanzar una tasa anual de 4.63 por ciento, el mayor nivel en ocho meses acorde a información del INEGI. Posteriormente, el Banco Central reconoció que los precios al consumidor podrían alcanzar un nivel mayor al 4 por ciento, aunque intentó hacer énfasis en que los resultados se verían con el paso del tiempo, estabilizando la inflación a largo plazo.
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Sin embargo, para el consumidor el golpe es bastante más fuerte, especialmente para el que no quiere saber nada de inflación o de consecuencias económicas globales sino que en cambio -y con justa razón en muchos casos- está simplemente preocupado por cómo todo esto afecta a nivel personal o en los hábitos de su hogar.
Según el estudio de “Percepciones y Hábitos del consumidor en la coyuntura económica” de GFK, ante un incremento de precios el consumidor mexicano modificará sus hábitos de compra. El 12 por ciento de ellos comprará menos productos o cambiará de marca, el 24 por ciento definitivamente reducirá su consumo. El 23 por ciento cambiará a una marca más barata y sólo el 34 por ciento permanecería comprando las mismas marcas.
Por otro lado, ante un incremento en los precios los consumidores están dispuestos a modificar el lugar donde realizan sus compras:
– El 22 por ciento declaró que buscaría una tienda que ofreciera mejores precios en todos sus productos.
– El 30 por ciento mencionó que sólo buscaría otra tienda para algunas de sus compras.
– Sólo el 30 por ciento de los consumidores perciben a las tiendas como sus “amigas”, lo que refleja directamente la lealtad de los clientes.
El 25 por ciento percibe que tiene una relación de “enemistad” con las tiendas.
Durante el 2012, solo un 36 por ciento de los consumidores buscaban promociones con el objetivo de encontrar oportunidad de ahorro, sin embargo para el 2013, esta cifra aumentó al 53 por ciento, pues las promociones comenzaron a verse como un sinónimo del aumento del bienestar físico y emocional al contribuir en el ahorro.
Sin duda, el panorama de consumo está cambiando ante estas reformas, y seguirá modificándose al menos hasta que se cumplan las promesas de una estabilización, que de cualquier forma, se tomará su tiempo.