No bien habíamos terminado de comer el pasado 27 de diciembre cuando, un querido y admirado amigo me comentó que, como cada año, en éste, se irían a pasar el fin de temporada a Acapulco México.
“Tengan mucho cuidado -le imploré preocupado- hay mucha inseguridad en el Puerto” Mi amigo -un empresario inteligente, aventurado y exitoso- mirándome de frente; casi amenazante declaró: “!Que se cuiden ellos de nosotros!”. Me quedé, más que sorprendido, admirado de su desafiante respuesta ante una situación que -me daba a entender con esa actitud- no les iba y, no nos debería doblegar. Me decía, en pocas palabras, que Él y los suyos eran los dueños de su destino y no alguien más y menos… la situación prevaleciente en cualquier lugar.
Me fascina la semántica y por lo tanto he, a menudo, destacado en conferencias las diferencias de significado entre dos “cercanas pero distantes” palabras: competente y competitivo.
La primera se refiere a la capacidad de uno para afrontar una carrera, profesión u oficio cualquiera. En otras palabras, las herramientas mínimas necesarias para hacer nuestro trabajo de adecuada manera. Para salir adelante. Para ser, como se dice, competente y cumplidor.
Por años la sociedad nos ha solicitado ser lo más competente posible. Desarrollar nuestro trabajo “bien”. En el pasado, cuando los países no estaban abiertos a los productos extranjeros y las sociedades eran tan internas como cerradas y la seguridad estaba dentro de parámetros predecibles, solo se requería ser lo suficientemente competente como para salir adelante. Hacer lo que se esperaba de uno. La competencia comercial se neutralizaba con el solo: “hacer las cosas lo mejor posible”.
Hoy la “escenografía” de los países, así como el “rol” que a los ciudadanos nos toca actuar en la obra de teatro de la economía mundial a cambiado diametralmente. Las fronteras se han derrumbado como consecuencia de un comercio y una comunicación beligerante que azota el planeta con furia extrema. !Ser competente no sólo es insuficiente sino hasta peligroso!. Ser competente nos mantiene bajo la línea de flotación y… esta línea sube cada año hasta que nos ahoga.
La segunda palabra nos habla de competir. Ser competitivo significa usar esas mismas herramientas con el fin de derrotar obstáculos y ganar posiciones. Un equipo deportivo competente no gana gestas deportivas; por más bien que haga su estrategia en la cancha. Un conjunto de jugadores necesita ser competitivo para asegurar victorias y ascender posiciones. Hacer las cosas bien no basta en ningún campo hoy. Hay que hacer las cosas mejor que alguien más mismo que nos reta con sus productos, con sus estrategias. Alguien que nos acosa en cualquier frente, en cualquier foro, en cualquier cancha. Alguien que nos roba la seguridad cotidiana con funcionarios que, a lo sumo, ni competentes son.
Como mi amigo el empresario, hay que asumir una actitud de competitividad usando los muchos y variados recursos tecnológicos a nuestra disposición y así ganarle la carrera al delincuente… y que se cuiden de nosotros. Usar, por ejemplo, aplicaciones digitales que nos permitan juntarnos en los negocios a distancia para sacarle la vuelta a la inseguridad y a los bloqueos estériles y absurdos. Echar a andar las ruedas de nuestra latina imaginación para competirle al más agresivo transgresor. Ser como nuestros directores: Gonzales Iñárritu, Del Toro y Cuarón, rompiendo paradigmas en arte e innovación. De ellos, que se cuiden los otros directores de cine en las gestas de premiación de este año.
Basta de autoridades, ciudadanos, profesionales, deportistas, artistas y empresarios competentes y sumisos. Seamos competitivos y propositivos en este 2015 para que ahora sí… “Se cuiden de nosotros”.