El año 2024 representó un desafío para todas y todos, poniendo a prueba nuestras capacidades de adaptación, resiliencia y solidaridad en diversas circunstancias. Las niñas, niños y adolescentes en México ocuparon un lugar central en los discursos de campaña y fueron inspiración de múltiples intenciones políticas bienintencionadas, pero que, en la práctica, quedaron relegadas.
En este contexto, resulta indispensable reflexionar sobre lo sucedido con los derechos de las niñas, niños y adolescentes en México durante el último año. Lamentablemente, la respuesta dista mucho de lo que ellas y ellos verdaderamente merecen y necesitan.
Con una impactante preocupación, el 2024 arrancó con la imagen de niñas y niños con rostros cubiertos y con su futuro expuesto, integrándose a la policía comunitaria de Ayahualtempa, en el estado de Guerrero, ante la ineficacia de las autoridades para contener la ola de violencia que azotó su localidad. Ellas y ellos tuvieron que soltar los libros para tomar las armas, y ningún discurso evitó que sucediera.
Es trágico tener que recordar, también, que la falta de oportunidades y la necesidad de familias jornaleras atentó contra el futuro de sus hijas e hijos, pues en campos agrícolas de Sinaloa, decenas de niñas y niños vivieron problemas de salud y lamentablemente algunos fallecieron. En México, millones de niñas, niños y adolescentes se ven en la necesidad de llevar a cabo actividades laborales que ponen en riesgo su desarrollo, integridad e incluso su vida. Es alarmante que la pobreza y las condiciones climáticas sigan atentando contra su derecho básico a la salud, la educación, el juego y que, además, esto pueda aniquilar por completo su niñez.
Mientras tanto, otras zonas del país no tuvieron escenarios más positivos para la niñez y adolescencia. El municipio de Paraíso, en Tabasco, fue donde Dante Emiliano, un niño de apenas 12 años, gritaba “no me quiero morir” tras recibir tres disparos en la puerta de la vivienda de su abuela; “me quedo sin aire” dijo desesperadamente mientras su presente fue arrebatado.
Continuar con un recuento de casos en los que los derechos de la niñez y adolescencia en México fueron violados resulta imposible; no porque no existan, sino porque es profundamente doloroso, preocupante e indignante.
Sin embargo, es urgente decir que las cifras son vidas, nombres e historias de muchísimas niñas, niños y adolescentes que día con día se enfrentan a múltiples vulneraciones a sus derechos, y los escenarios en los que tienen que desarrollarse son hostiles e inseguros.
Es importantísimo que las organizaciones de la sociedad civil nos mantengamos firmes en la exigencia y colaboración necesaria con todos los sectores de la sociedad. En este 2025 no debemos olvidar que somos un puente de ayuda para contribuir a generar cambios que causen un impacto real y tangible.
Desde Save the Children, seguiremos actuando y levantando la voz para que se asuma la responsabilidad colectiva y se generen espacios libres de violencia, en donde niñas, niños y adolescentes puedan desarrollar su potencial, en donde la vida y los derechos de las mujeres sean protegidos y en donde cualquier acto que ponga en riesgo el bienestar de nuestra niñez y adolescencia sea rechazado y condenado.
Nuestro futuro depende del compromiso que hoy tengamos con la niñez de nuestra sociedad. El momento de actuar es ahora.