Durante esta última semana si hay una palabra que debería estar en la mente de cualquier persona informada en el planeta es: humildad. La audiencia en el Congreso de Estados Unidos en la que ex funcionarios de ese gobierno afirmaron la presencia de tecnología y vida extraterrestre en la Tierra debería llevarnos a un espacio de reflexión.
Muchos dudarán de los testimonios de David Charles Grusch y David Fravor, pero cabe tener en cuenta la seriedad que se le da a una declaración jurada en Estados Unidos y las penas que conlleva mentir bajo juramento. Por lo tanto, estamos ante la primera exposición expresa de que el gobierno más poderoso del mundo – parte de éste al menos- conoce sobre actividades de seres del espacio exterior entre nosotros.
Y, ¿por qué hablo de humildad? En primer lugar porque estaría quedando demostrado que lo “especial” que somos en el universo no radica en el simple hecho de nuestra existencia, sino en lo que hacemos con ella. Y por el momento lo que el resultado de nuestra existencia apunta a negativo a los ojos de lo que se ha hecho con el planeta.
Así como sucedió en junio, julio se ubicó como el más caluroso jamás registrado de toda la historia. El calentamiento global nos sigue hablando, pero desde la soberbia y el consumismo no estamos escuchando. El “compromiso” al que han llegado más de 70 países ante la Organización de Naciones Unidas es alcanzar la neutralidad del carbono para el 2050; asumiendo que esto se cumpla, ¿podremos sobrevivir un cuarto de siglo de meses y semanas más calurosas de la historia?
Por supuesto, las emisiones de gases de efecto invernadero están estrechamente vinculadas con el volumen de negocios que hay en el mundo. Pero desde hace años se ha venido haciendo énfasis en la importancia de la economía circular, así como las industrias Net Zero.
Hoy más que nunca la humildad nos debería llevar a aceptar que es imperante enfilar todos los esfuerzos a la preservación de nuestro hogar, si queremos seguir teniendo un planeta donde vivir.
Y esto no sólo se tiene que circunscribir a los modelos de producción, sino también a los patrones de consumo y cómo los incentivamos; allí la comunicación es clave. No se trata de tirar nuestros negocios por la borda, pero sí adaptarlo a nuevas necesidades que sean amigables con el planeta, que hagan más sentido con la idea de que nuestra existencia es especial.
Finalmente, la humildad también nos debería llevar a voltear hacia al lado, en lugar de estar buscando historias entre las estrellas. Sin entrar en detalles sobre índices de incidencia delictiva, acoso escolar, discriminación racial y/o social, está muy claro que a la humanidad nos urge un cambio para ser más empáticos entre nosotros.