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El robo de la Mona Lisa en 1911 fue el evento que disparó la popularidad de la pintura a un estatus de culto
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Perrier, según AdWeek, pretende correr el video en digital, redes sociales y TV tradicional
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La pintura de Leonardo es solo uno de los 380 mil objetos que el museo del Louvre tiene a su cuidado
Una de las obras de arte más reconocidas de todo el mundo es la Mona Lisa. En 2005, el Independent la describió la pintura como la que más visitas, escritos, canciones y parodias ha provocado. Y no es para menos. No solo es una pieza en extremo valiosa, asegurada por el equivalente a 650 millones de dólares (mdd) actuales desde 1962. Según algunos estimados, recibe mas de seis millones de visitantes al año. Así pues, su valor comercial es muy alto.
Y es que no solo es uno de los atractivos turísticos más importantes de Francia. Para Perrier, la obra de arte fue la protagonista de su nuevo comercial. Como parte de su campaña “La Extraordinaria Mona Lisa”, la marca de agua mineral lanzó un video donde muestra a la creación de Leonardo Da Vinci saliendo de su cuadro. Y, después de beber una botella de su producto, se lanza a las calles de París. La mujer entonces comienza una alocada vida de fiesta en la Francia moderna.
Gilles Fitchteberg, cofundador de Rosapark (la agencia que diseñó el comercial), apunta que con el video se quería convertir a la Mona Lisa en una “musa de la cultura pop”. Señaló que, así, la mujer podría tener la misma mezcla entre clásico y contemporáneo que Perrier busca reflejar. El anuncio también explora varios temas de la vida moderna. Entre ellas, las nuevas expresiones artísticas de pintura, danza y música, la sexualidad y el sentido de comunidad.
Iconos renovados para una nueva comunicación comercial
Tal es la popularidad de la Mona Lisa que ha sido utilizado recurrentemente por las marcas en su publicidad. Una campaña comercial de BMW en 2018 puso a la pintura de Leonardo Da Vinci a responder preguntas de turistas en París al estilo de Siri. Y hace más de dos años, una nueva línea de bolsos Louis Vuitton reimaginó las obras de varios artistas clásicos. Entre las piezas que utilizó el artista Jeff Koons para la iniciativa, se encontraba esta icónica mujer.
La iniciativa de Perrier abre una interesante posibilidad. La mayor parte de las marcas utilizan celebridades e influencers para promocionar sus servicios y productos. Elegir una vieja obra de arte para protagonizar un comercial es un movimiento que contrasta con esta tendencia. Claro, se trata de una de las pinturas más sobrevaluadas del mundo. Pero al mismo tiempo es una reliquia del pasado que, en su estado natural, poco resonaría con el público moderno y joven.
Al modernizar a la Mona Lisa, Perrier consigue dos objetivos. Primero, colgarse de un ícono de relevancia y reconocimiento mundial. Segundo, su mensaje comercial todavía resuena con las audiencias jóvenes, pues toca temas que les interesan y llaman la atención. Esta combinación le permite multiplicar sus posibilidades de impacto y abre la puerta a una fórmula interesante. Tal vez la nueva generación de consumidores no necesita nuevas figuras de influencia.
Tal vez la solución más sencilla para las marcas es simplemente tomar los iconos del pasado y darles un nuevo significado comercial que permita a los usuarios identificarse con ellos.