“¿Qué es un camello? preguntó un hijo a su padre. El padre, que recién regresaba de una frustrante junta de comité donde “nada se había logrado”, contestó. Un camello hijo, es un caballo diseñado por un comité”

Hay dos escuelas del pensamiento en cuanto a las consecuencias de la utilización de la palabra NO. Una se encarga de animar a las personas a SÍ usar el vocablo NO y… usarlo lo más constantemente posible a fin de ser menos complacientes, dejando la manipulación de lado ganando independencia social. Esta escuela está en lo correcto en su aproximación ante la falta de asertividad.

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En la familia de una amiga se corría la leyenda de que la reverenciada abuela materna había inculcado a las hijas este slogan de guerra:

“Hija, tú siempre di que SI… aunque te llenes de hijos”.

Por supuesto que esta absurda frase -tiempo e historia debidamente considerados- llevaba un sentido oculto. Imperaba hace años el miedo a la soltería de las hijas: “Ninguna debería quedarse soltera por estirada o rejega. No fuera a ser que, de tanto NO, ya no hubiera algún SI y, entonces, SI que NO.

La otra escuela anima el SI. Se encarga del estudio de la creatividad. Acusa la proclividad de la gente de anteponer “El NO” a cada frase rechazando ideas o proposiciones de acción. Cada vez que nuevas ideas surgen con el fin de explorar posibilidades de crecimiento, siempre aflora un NO que precede a una frase de sustentación y que emana de alguna garganta.

Esta escuela, nos anima a abrirnos a las posibilidades por vía de evitar… “DE ENTRADA”, la negación a las ideas surgidas de alguien o, lo que es peor, de uno mismo.

Estaba yo en Sanborns pagando, cuando me percaté de un pequeñísimo libro llamado “Gotas de Sabiduría”. Mientras esperaba por el cambio, lo abrí justo a la mitad leyendo:

“Si tienes una idea que conlleva la creación de un negocio, proyecto o construcción, no se la digas ni, a un contador, ni a un abogado, ellos están profesionalmente orientados a ver el problema primero y la posibilidad después.

Como asesor empresarial, ejecutivo de corporativos, líder de grupos de trabajo y capacitador empresarial, me he enfrentado, miles de veces, a la utilización del “NO” por parte de personas dentro de grupos. Éste salta raudo no bien una idea fresca y audaz emana de alguien.

El NO, no es otra cosa que un refugio para aquellos que, con miedos al cambio se arropan con el fin de no ser sujetos de responsabilidad.

Grandes defensores del Status Quo, los “NO NO ́s”, se aplican afectando el nacimiento de grandes ideas que “podrían” haberse logrado, de no ser por el miedo al fracaso.

No sé que habría sido de nosotros si Edison, después de 100 intentos, hubiera dicho: “YA NO”. O, un NO de Tesla y sus ideas contrarias a Edison sobre la electricidad. Un NO de Jobs a su visión del producto perfecto o invertir en Pixar. Un NO de Bill Gates a IBM para desarrollar un sistema operativo de disco. Colón y la Reina Isabel cerrando con un NO la posibilidad de la apertura del nuevo mundo. De Hidalgo esbozando un temeroso NO un día antes del grito de Dolores o, un NO del presidente egipcio Nasser cuando enfrentó al imperialismo europeo y construyó la presa de Aswan y el Canal de Suez moviendo el templo de Abu Simbel que parecía una obra imposible.

Celebremos el SI con una vida positiva y usemos el NO con cautela, no sea que estemos en los albores de un cambio especial y NO nos percatemos. Un SI no es cheque en blanco. Un SI, es la aceptación para indagar sobre una idea. Un NO, no busca, cierra de entrada y para siempre. Los NO, son cobardes manifestaciones de los miedosos, los SI son valientes zarpazos de los osados que, dispuestos a todo, caminan hacia adelante abriendo los senderos que otros no ven. Los valientes podrán no vivir mucho, sin embargo, los tímidos no viven en lo absoluto.