Muchas agencias de marketing, publicidad y de comunicación, así como muchos consultores freelance, están colgando en su puerta el cartel de “expertos en marca personal”.
Desgraciadamente muchos de ellos carecen de protocolos, metodología y conocimientos suficientes para poder abordar la construcción de una marca personal de una forma competente. Al igual, muchas de estas agencias y freelance se están limitando a aplicar los conocimientos y la metodología que llevan años utilizando para la construcción de marcas corporativas.
En principio podríamos pensar que el proceso de construcción de una marca personal no debería porqué diferir demasiado respecto al trabajo que se viene haciendo para construir y lanzar una marca corporativa.
En realidad, pensarán muchos expertos, tanto la construcción de una marca personal como de una marca corporativa consisten en dar a conocer a una entidad, empresa o institución en el primer caso y dar a conocer a un profesional en el segundo. Ambos servicios tratan de ofrecer al mercado una serie de productos y servicios. Asimismo, estos productos deben encontrar su nicho de mercado y elaborar toda una serie de procesos que les permitan llegar a este nicho y posicionarse en la mente de sus potenciales clientes como una empresa/entidad/institución o como un profesional competente. Las dos necesitan contar con atributos de una firma comercial bien definidos que ofrece al mercado un producto o servicio mejor que el de su competencia. Hasta ahí los procesos de trabajo para construir una marca personal podrían parecer muy parecidos a los procesos necesarios para construir una marca corporativa.
Desde mi punto de vista este planteamiento es reduccionista, demasiado pragmático y simplista.
¿Dónde reside la verdadera diferencia entre la construcción de una marca personal y una marca corporativa?
1. Personas vs producto/servicio
Si bien es cierto que las marcas corporativas piden a sus agencias de Marketing y de Comunicación que hagan lo posible por humanizarlas y por dotarlas de atributos que les hagan parecer seres que respiran, sienten y padecen, es obvio que no lo son.
La primera diferencia es, por lo tanto, la más obvia y sin duda la más importante de todas.: las personales tratan de posicionar a personas y las marcas corporativas a empresas o instituciones. Y las personas son seres extremadamente complejos que de verdad respiran y de verdad sienten y padecen. De ahí que, desde mi punto de vista, no deberían ser gestionadas únicamente desde las disciplinas del Marketing , de la Publicidad o de la Comunicación.
Creo que los profesionales que más valor podrían a porta, en un principio, a las personas que desean construirse una marca personal sólida y coherente deberían ser los expertos que se encargan de ayudar a las personas a saber quiénes son realmente, qué valores tienen, cuál es la misión que persiguen en la vida y qué objetivos concretos buscan, tanto desde un punto de vista profesional, como desde un punto de vista persona. ¿Por qué no comenzar a construir nuestra marca personal visitando a un psicólogo, a un coach o a un filósofo?. Simplemente porque ni está de moda, ni tenemos el hábito de reflexionar sobre aspectos fundamentales que nos permitirían auto conocernos mejor y poder construir una marca personal auténtica y verdadera.
2. Las marcas corporativas poseen varias dimensiones disolubles
Las marcas personales poseen varias dimensiones pero indisolubles
Creo que “la persona” es un concepto abstracto de naturaleza indisoluble, y que si bien posee varias dimensiones éstas no se pueden separar entre sí. Es decir. No podemos dejarnos en casa ni nuestro cuerpo, ni nuestras emociones, ni nuestra razón, ni nuestro espíritu. Allí donde vamos y allí dónde actuamos cargamos con nuestros valores y nuestras creencias, con nuestras ideas, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. En definitiva creo que se trabaja como se es. Es una máxima que siempre he defendido.
Esto, es obvio, no les sucede a las marcas corporativas. Al menos no de las misma forma. Una empresa puede resultar atractiva y competente en determinados aspectos y puede sobrevivir a pesar de tener debilidades en otros muchos ámbitos de su realidad.
Algunos rebatirán mis argumentos diciendo que, al fin y al cabo, las empresas están hechas y son construidas por personas.
Otros dirán que lo ideal para una marca corporativa también es que transmita una imagen de unidad y coherencia entre todas sus dimensiones.
Para los primeros y también para los segundos admito que existen determinadas Instituciones que sí que logran tener un alma indisoluble y que ello es debido, efectivamente, a la claridad y a la coherencia que existen entre su visión, misión y objetivos y la visión, misión y objetivos de todos los miembros, o de la gran mayoría de miembros que la componen.
Son instituciones, la mayoría de ellas, y muy pocas empresas, las que logran que todos o una gran mayoría de sus colaboradores trabajen bajo un mismo ideario y hacia un mismo fin. Entonces, y solo entonces, podríamos estar hablando de una marca corporativa que posee varias dimensiones y que estas se han convertido en indisolubles.