Uno de los errores mas comunes al momento de incursionar en el mundo de la contratación de impulsadores de nuestros emprendimientos es en principio no tener claro lo que queremos y hacia dónde apuntamos con esta estrategia, redundando esto en dinero gastado, sin mayores resultados.
Para evitar que esto suceda, lo primero que debemos saber es la diferencia entre un influencer, que es aquella persona que genera contenido y que no necesariamente va dirigido a un sector comercial, un líder de opinión o validador de producto que es aquel que independientemente del número de seguidores habla por su experiencia y certifica todo aquello que promueve, y por último una figura pública que no obligatoriamente tiene que generar contenido ni validar productos pero que maneja una vida conocida, como el caso de los actores y políticos. En adelante me referiré a todos como “impulsadores”.
Una vez que sabemos la diferencia entre los diferentes tipos de “impulsadores”, necesitamos identificar qué esperamos de esta negociación, si aumentar el número de seguidores en nuestras redes, subir nuestras ventas lo que en definitiva debería ser nuestro fin último, o ambas, que generalmente es más complejo, y en base a ello pasamos al proceso de análisis del “impulsador”, el cual debe ir directamente relacionado con el ADN de nuestra marca y así contratar a alguien cuya imagen se corresponda con nuestro producto o servicio.
Recuerdo que hace algunos años cuando iniciamos en este proceso de evaluación de “impulsadores” para potenciar nuestros productos y servicios, se medía a las personas por el número de seguidores que tenían, pero posteriormente Instagram y Facebook (las dos redes más usadas) se dieron cuenta de que había personas que compraban “followers”. Allí nace el concepto de seguidores orgánicos y no orgánicos, siendo los primeros aquellos que siguen a los “impulsadores” de manera natural por sus publicaciones o post.
Es en este momento cuando el patrón de valoración cambia y se comienza a evaluar a los “impulsadores” por el número de “me gusta” o “like” de cada uno de sus posts, así nace el concepto aplicado a las redes de “engagement” o “enlace” entre los seguidores y el “impulsador” y se dice que un influencer o figura pública debería tener un mínimo de 2.7% de likes respecto de su número de seguidores.
Posteriormente los analistas de Instagram y Facebook se dan cuenta de que hay personas que sólo dan like sin ningún tipo de conexión con el post y es cuando surge la forma de evaluación del “impulsador” por la cantidad de comentarios que sus seguidores hagan de sus posts. Es así como de un día a otro comenzamos a ver publicaciones donde no sólo se buscaba un like sino que además se invita a los seguidores a comentar algo de la publicación hecha y le han sumado recientemente la evaluación del número de “guardados y compartidos” que hacen las personas respecto de los posts publicados, siendo hasta el momento la forma de medición del “engagement” de los impulsadores respecto del número de seguidores que más demuestra lo orgánico de sus redes.
Otro de los errores mas comunes al momento de contratación de un “impulsador” es que no analizamos bien qué tipo de seguidores tiene y si realmente son el mercado al cual queremos apuntar, y pasa que se contrata a un “impulsador” que tiene muy buen nivel de “engagement” pero no sucede lo mismo con las publicaciones que hace de nuestros productos y servicios o nuestras ventas no aumentan. Para esto, actualmente las redes sociales presentan la posibilidad de revisar las estadísticas de cada uno de los impulsadores y nos permiten saber no sólo el número de seguidores que tienen, sino de qué países y regiones son, en porcentaje y en número, la edad de los mismos y el sexo, entre otros criterios, lo que nos facilita identificar suficientemente si este “impulsador” maneja seguidores que nos interesen como clientes o como potenciales clientes, saber a qué tipo de público le estaríamos hablando y lo que esperamos de ellos.
Existen otras plataformas o redes que también nos permiten medir a los “impulsadores” como Twitter, TikTok, Youtube, entre otras, pero su contenido es muy especializado y por ende, las más usadas y las que mas se evalúan son Instagram y Facebook.
Es normal que una vez que contratemos al “impulsador” adecuado nuestras redes comiencen a crecer y luego llegue un momento de estancamiento, por lo que si ello ocurre es bueno hacer un refrescamiento de la imagen del “impulsador” y quizás alternarla con otro cada cierto tiempo.
Para medir verazmente si él está apalancando nuestras ventas es recomendable utilizar los “códigos de promoción” de manera de que las personas se identifiquen con ese código y así sabremos si viene por las publicaciones que haga el “impulsador” o si vendría por nuestras gestiones propias.
Por último debo decir que la labor de los “impulsadores” es promocionar nuestros productos o servicios, hacer que mucha gente nos conozca, generar tráfico hacia nuestras redes, página web o nuestras tiendas físicas, pero no son los responsables de que las ventas se materialicen por lo que los equipos de comercialización, venta y postventa serán los responsables no sólo de canalizar bien nuestras estrategias comerciales, de dar un buen servicio, de aplicar inteligencia emocional con los potenciales clientes y cerrar la venta, y de fidelizarlos con nuestra marca para el futuro, por lo que el trabajo del “impulsador” es sólo un pedacito de todo el trabajo que debemos hacer para que nuestro emprendimiento crezca.