Dicen que vivimos en el cuerno de la abundancia y que como México no hay dos. Completamente de acuerdo. No por tener una visión optimista o soñadora de nuestro país. Es simplemente porque así es.
Vivimos en un país que tiene grandes oportunidades. Por ejemplo: La juventud de la población. De acuerdo a INEGI, en 2015 el 52.8% la población era de 29 años de edad o menos, el 27% tenía entre 30 y 49 años y el 20% de 50 años o más, por lo que la cantidad de mexicanos en edad de trabajar es mayor a la población dependiente (niños y adultos mayores) y esto seguirá en el país por lo menos hasta el 2023. Oportunidad que se puede (y debe) aprovechar.
Otra oportunidad, como todos sabemos, es la localización geográfica. El Pacífico y el Atlántico nos conectan con Europa, Asia y África, favoreciendo el comercio y el turismo. La frontera con Estados Unidos y con Centro América son también pasos importantes en los aspectos antes mencionados.
Algo más: Las condiciones del clima en México dan oportunidad de desarrollarnos en lo agropecuario, siendo ya una importante generadora de divisas, detrás de la industria automotriz y la inversión extranjera directa, las remesas, el turismo y el petróleo.
Pero, por otro lado, nos encontramos, como ya lo había mencionado en otra columna, en los primeros lugares de corrupción en el mundo, tenemos altos niveles de inseguridad y delincuencia, gobiernos con mal desempeño, siguen a la alza los niveles de pobreza y desigualdad, desempleo, una pobre percepción de la sociedad por la mala atención en centros de salud y la mala aplicación de la ley, campañas políticas que, más allá de mostrarnos propuestas reales de los candidatos, sacan todos sus trapos sucios de lavado de dinero, desviación de recursos y otras tantas “cochinadas”.
Frente a este escenario, el INEGI da a conocer los Indicadores de Bienestar Autorreportado de la Población Urbana a enero de 2018, una investigación de la perspectiva de los individuos sobre su situación, su entorno y lo que en él valoran, más allá de los satisfactores monetarios. El bienestar subjetivo se observa a partir de la opinión respecto de su propio bienestar, en relación con tres aspectos: 1) Satisfacción con la vida en general; 2) Fortaleza de ánimo y; 3) Balance anímico.
Los resultados en general nos dicen que los mexicanos estamos más satisfechos en lo que va del 2018 que el año pasado. A pesar de todos los aspectos negativos con los que convivimos día a día. ¿Raro no? Podríamos pensar que con todos los problemas que tenemos la percepción tendría que ser mucho más pesimista.
Y todo esto, ¿de qué manera puede afectar o no al consumo y/o la compra de productos y servicios?
Todos estos datos están relacionados con la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO) recabada por el INEGI y el Banco de México en las 32 ciudades más urbanizadas del país.
En enero pasado, de acuerdo a este estudio, existía una relación positiva entre el indicador de confianza del consumidor (ICC) y el rango de satisfacción en el que se ubica la persona, pues a medida que hay mayores niveles de satisfacción con la vida se tiene un mayor valor absoluto del ICC.
De acuerdo a estos estudios, los mexicanos se sienten más seguros y ven mejor al país que en 2017 y hay esperanza a futuro en las condiciones de vida. Chequen las tablas:
¿Cómo ven? ¿Vamos por buen camino o solo creemos que vamos bien?
Pueden entrar a este link para ver qué tan felices son.
Por favor, después que contesten la encuesta, y como dijera el personaje de Eugenio Derbez, ¡Que alguien me explique!