La percepción subliminal, implícita o inconsciente, es el fenómeno por el que se conoce al procesamiento no consciente de estímulos externos. Las investigaciones sobre este fenómeno son tan antiguas como la psicología científica.
Los principios de esta técnica se basan en el estímulo emocional de las percepciones del usuario, de tal suerte que los mensajes que se emiten pasan desapercibidos por los niveles básicos de la consciencia, sin embargo, pueden actuar de forma efectiva sobre el subconsciente resultando difícil determinar su efectividad en alguna escala.
Algunos estudios sobre este tema afirman que los mensaje subliminales son procesados de manera consciente por el cerebro. El origen de este tema se remonta a los años 50, cuando James Vicary, famoso publicista estadounidense, conocido por sus novedosos y polémicos métodos publicitarios, intercaló varios fotogramas en una película de forma que estos no fueran perceptibles por el ojo humano. El primero de ellos, un anuncio de un refresco de cola y otro que mostraba una fotografía de unas palomitas de maíz. El resultado de este experimento generó un incremento en la venta de estos productos. Los diferentes tipos de percepción subliminal pueden estar orientados a generar estímulos en nuestros sentidos de forma visual o auditiva.
Algunos “mensajes ocultos” se han considerado como publicidad subliminal pero, científicamente no se ha comprobado su efectividad, quizás se relacionan más a la tradición de “esconder algo” sobre lo visible o evidente y en donde podríamos discutir profundamente si realmente generan algo en nuestro subconsciente. Quizás esto se relacione más con una publicidad viral, donde se esconde algo para que el consumidor lo encuentre y se haga una historia, que con una publicidad subliminal 100% planeada.