Por Juan Cárdenas
Twitter:Â @Desautomatas
Actualmente varios museos en la Ciudad de MĂ©xico no permiten tomar fotografĂas de las obras expuestas, a menos que se pague especialmente para esto. Hoy. En una Ă©poca ridĂcula en cuanto a imágenes, cuando casi todo gadget conocido tiene cámara y los que no pronto tendrán.
Vivimos en una Ă©poca en donde todos nuestros instantes son fotografĂas y videos en potencia, somos vĂctimas de ellos incluso sin que hayan sucedido. Momentos de nuestra vida están siendo grabados constantemente, documentados por razones de seguridad, a veces por otras razones. Quizá sĂłlo casual, recreativo, no importa.
Por ello hay fotos de casi todo, podemos buscar lo que necesitemos en la red, y de alguna u otra forma lo encontraremos. Si es para uso personal o comercial la Ăşnica diferencia será que tendremos que pagar los derechos. Entonces, cobrar a quien asiste a un museo por tomar una fotografĂa de una obra de arte, no puedo encontrarlo más que ridĂculo.
Dejemos algo en claro, esto nada tiene que ver con razones de cuidado y deterioro del arte. Pues están cobrando por ello. Imaginen la absurda escena de ver como un guardia de seguridad le pide a un chavo de secundaria borrar la foto de su celular de una pieza que le gustó, simplemente porque no pagó. ¿Soy el único que ve un grave problema en esto? ¿Realmente nadie en las instituciones gubernamentales designadas a la dirección y promoción del arte y la cultura ven en esto una vergüenza?
DĂ©jenme preguntar algo, Âżcuánto de ese costo va a parar a las bolsas de los artistas que exponen? Mmm, nada. Sin duda cualquier museo de nuestra ciudad agradecerĂa y necesita de mayor presupuesto, pero no pueden presionar a sus visitantes de la forma en que otras instancias gubernamentales lo hacen con la sociedad, esperando que sean ellos quienes paguen por todo. Es simplemente idiota en un paĂs donde el arte y la cultura no gozan gran popularidad.
Pero sobre todo, Âżcuál es el punto? Hoy en dĂa no sĂłlo tenemos imágenes a nuestra disposiciĂłn como ya dije, esto va más allá, la distinciĂłn entre presenciar la realidad directamente o hacerlo a travĂ©s de una pantalla se reduce dramáticamente. ÂżCuántas personas no ven al cantante en la pantalla, estando en su concierto, en lugar de verlo directo en el escenario? Yo he presenciado esto incluso en aquellos en primeras filas. ÂżEsperan entonces un ingreso significativo por arriba de lo que les costará promover la asistencia?
Por donde se vea lo hayo impráctico, tonto. No serĂa nunca una tĂ©cnica que yo emplearĂa ni recomendarĂa. Un museo no es un lugar hecho ni pensado como negocio, no como objetivo principal al menos.
Finalmente no puedo dejar de comentar como se vuelve obtuso este ciclo: Mientras más y mejores cámaras tenemos disponibles, menos los derechos para usarlas o el contenido que con ellas generemos. Las restricciones para compartir imágenes son cada vez mayores y no disminuirán, al igual que el dĂłnde y cĂłmo tomarlas. Sin embargo, representa tambiĂ©n una maravillosa oportunidad para la mercadotecnia, pues el juego de invitar a usuarios a participar en promociones desarrolladas especialmente a partir de estas restricciones es magnĂfico. Cuando se prohĂben o restringen ciertos beneficios, es cuando podemos abrirlos y usarlos para aprovechar esa coyuntura, sus efectos y Ă©xito ira de la mano. Inventemos formas en las que regresemos los derechos hoy limitados, y el engagment con nuestras marcas se dará automático… aunque claro, eso no hace mejor la prohibiciĂłn de estos museos.