Por Alan Campos
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Año con año la NFL organiza el Super Bowl, uno de los eventos deportivos más vistos a nivel mundial (únicamente por detrás de la final de la UEFA Champions League); sin embargo, también es responsable de la realización del Pro Bowl, uno de los eventos deportivos menos relevantes de la escena mundial, el cual parece ser imposible de posicionar dentro de los gustos del consumidor y que ‘celebrará’ una nueva edición este domingo 25 de enero.
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Contrario a que lo sucede dentro de la MLB y la NBA, cuyos juegos de estrellas son ampliamente esperados por los aficionados al beisbol y basquetbol respectivamente, la existencia del Pro Bowl ha sido seriamente cuestionada en los últimos años por la poca expectativa que genera entre los fanáticos, lo cual no sólo es reflejo del espectáculo, sino que tiene implicaciones en taquilla y a nivel de patrocinios.
De tal modo y con el firme objetivo de mantener con vida un partido que debería de ser una auténtica fiesta (como sucede en la NBA y la MLB), en los últimos años la NFL ha realizado una serie de cambios entre los que destacan el cambio de sede (anteriormente se realizaba en Hawaii), la implementación de nuevas reglas (no hay patada de kickoff, cambios de posesión en cada cuarto, etc.) y un formato diferente (ya no se enfrenta la Conferencia Americana a la Conferencia Nacional).
Pero, ¿por qué si el futbol americano es el deporte favorito de los estadounidenses el Pro Bowl no cuenta con el mismo apoyo que otros juegos de estrellas?
Tanto el Juego de Estrellas de la NBA como el Juego de Estrellas de la MLB cuentan con otras características que los hacen atractivos para el público más allá de ver a los mejores jugadores de cada liga enfrentarse entre sí; es decir, eventos como el Concurso de Clavadas o el Homerun Derby se encargan de convertir el evento en una verdadera fiesta.
En cambio, en el caso de la NFL todo se enfoca en un sólo partido, el cual (por si fuera poco) carece del espectáculo con el que cuenta cualquier otro juego de la liga, debido a la naturaleza estratégica del juego, la cual imposibilita que jugadores que en su vida han practicado juntos puedan tener una actuación digna de la National Football League.
No cabe duda que el Pro Bowl está condenado a la extinción, la única pregunta que resta en torno a éste es, ¿cuánto tiempo más la NFL decidirá mantener con vida un producto que a todas luces es un fracaso comercial (dentro de los estándares del futbol americano profesional)?