Redmond, Estados Unidos.- Los principales inversionistas de Microsoft Corp se han reunido para decidir cuáles deben ser las características del próximo presidente ejecutivo de la compañía, en reemplazo de Steve Ballmer. Al menos tres de los 20 inversionistas están considerando para el puesto al presidente de Ford Motor Co, Alan Mullay y al presidente de Computer Sciences Corp, Mike Lawrie. La búsqueda de un nuevo presidente ejecutivo para el mayor fabricante de software del mundo es uno de los acontecimientos más vigilados.
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El comité especial de la junta directiva de Microsoft lleva a cabo la búsqueda del próximo presidente ejecutivo, y sus asesores han mantenido reuniones con los accionistas tras la decisión de Ballmerel de retirarse dentro de un año, por lo que dicho comité podría designar a un nuevo presidente ejecutivo antes de terminar 2013.
En una de las reuniones, Microsoft dijo que había comenzado con una lista de alrededor 40 personas, incluyendo a candidatos internos y externos, aunque no se ha aclarado si la junta directiva de Microsoft ya ha contactado a alguno de los potenciales candidatos sugeridos por los inversores.
La búsqueda de un nuevo presidente ejecutivo para el mayor fabricante de software del mundo es este año uno de los acontecimientos más vigilados en el sector de tecnología este año.
Microsoft sigue siendo altamente rentable, pero ha luchado por cobrar impulso en el negocio de dispositivos móviles frente a rivales como Apple Inc y Google Inc.
La semana pasada, Microsoft dijo que compraría el negocio de telefonía de Nokia por 5,440 millones de euros (7,100 millones de dólares).
Bajo la dirección de Mullay se fueron desprendiendo del grupo Ford las principales marcas europeas, primero Jaguar y Land Rover, y posteriormente Aston Martin y Volvo; finalmente se cerraría para siempre la producción del Mercury y disminuiría la participación en Mazda.
El primer lema de Mulally fue “simplificar Ford”. La compañía, dijo el recién llegado, tenía que enfocarse en lo que los clientes realmente querían, “no en lo que querían los ingenieros o los contadores”. También demandó transparencia y honestidad.
En 2008, con la recesión y la crisis financiera, la industria automotriz estuvo a punto de colapsar. Ford, sin embargo, ya había empezado a transformarse: había reducido la fuerza laboral, firmó un nuevo contrato con los sindicatos, se desprendió de sus marcas extranjeras y empezó a reducir su dependencia de las camionetas.