Esta palabra que ha sido elegida como la de 2016, además de ser una nueva incorporación al famoso diccionario, post-truth o posverdad, significado estaría asociado a que “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal” se ha ganado este ‘honor’ por su popularidad en los discursos electorales de Trump y de los defensores del Brexit.

La decisión es interesante por su rapidez en momentos donde la incertidumbre tras estos dos eventos políticos, parece triunfar, pero además porque refleja que los argumentos de estos dos sectores, ha sido tomamos como dogmas, dejando de lado la racionalidad y los hechos, para que triunfe la emocionalidad o las creencias.

No se trata de una situación nueva, pues el usar argumentos como si fueran verdades, se suele suceder en los discursos de políticos y gobernantes, pero la vehemencia con la que se han usado en los últimos tiempos y sus consecuencias, parecen haber llevado al Diccionario Oxford a estar a todo con los tiempos.

Si bien es cierto que, como continúan mostrado los estudios de neurociencia, el proceso de toma de decisión humano siempre tiene presente un componente emocional, sin importar el tipo o tema de decisión, en este caso parece que la opinión publica internacional occidental ha quedado tocada por la diferencia entre los que parecía lógico que sucediese, si se tomaban en cuenta los datos y hechos, versus lo que ha sucedido con eventos como el referéndum de las FARC en Colombia, el de la salida de Reino Unido de la UE o las elecciones presidenciales estadounidenses.

Si el año pasado era emoji la palabra, ahora se pasa a posverdad… aquello que se siente como si fuese verdad, (‘mi verdad’) aunque no tenga fundamentos en hechos o datos reales. Una tendencia a la que ahora se le da nombre y que muestra que el sentido común puede ser dejado de lado, de forma masiva.