En 2016 el diccionario Oxford eligió al término posverdad (post-truth en inglés) como la palabra del año. El neologismo ha sido definido como una mentira emotiva que intenta influir en la opinión pública. No es un concepto nuevo, sin embargo se ha usado recientemente para definir las razones por las que Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos. La posverdad tiene un parentesco alarmante con la propaganda, ambas reducen los hechos objetivos en favor de las emociones y las creencias personales. ¿De qué forma la publicidad se nutre de este panorama?
El filósofo británico A. C. Graying considera que la desigualdad en el campo laboral, que se traduce en poder adquisitivo, cuyo efecto es más evidente desde la crisis financiera de 2008, es uno de antecedentes del clima de posverdad. Añade el uso que se hace de las redes sociales, donde, evidentemente, un volumen importante de menciones puede hacerle sombra a cualquier hecho objetivo. “En las redes sociales prevalece la postura ‘mi opinión vale más que los hechos’”, ha declarado Graying. Statista proyecta que este año se alcance la cifra de 61 millones de usuarios de redes sociales en México. Un estudio de ComScore revela que México es el país del mundo con el porcentaje más alto de penetración de redes sociales, hecho que pone en el debate el comportamiento de los mexicanos en lo que señala el británico.