Recientemente escuché a un coach canadiense decir que los occidentales tenemos el vicio de preguntar ¿Cómo? en lugar de ¿Para qué? Se refería a que nos encanta preguntar y analizar cómo se logró algo, en lugar de buscar qué lo motivó.
Esta idea de origen oriental, la veo permeando poco a poco nuestros hábitos como sociedad y consumidores. Cada vez es más popular gastar en experiencias en lugar de en cosas.
Quizás pienses que voy a hablar de Starbucks, la cadena más grande de cafeterías del mundo que cada año vende 15% más de bebidas y 35% más de alimentos. Es un buen ejemplo, pero creo que incluso esta franquicia favorita de muchos, está fuera de onda.
La generación millenial desenterró los complejos ecologistas de todas sus generaciones predecesoras y los convirtió en negocio, culto y deseo. Ahora ellos mismos nos invitan a disfrutar de la vida, estar ajetreado está súper out. Las preferencias de estos recientes treintañeros se pueden ver en los nuevos hábitos de consumo.
En recientes acciones de marketing grandes marcas abren puntos de venta en lugares poco comunes, mientras más improvisado se vea el local mejor, aunque parezca contradicción, la improvisación deberá estar acompañada de detalles finales que le den calidad total al establecimiento.
En Williamsburg, cuna del movimiento hipster, marcas como Diesel vieron que podían perder terreno en las preferencias al competir con negocios de diseñadores locales; para no quedarse fuera de la jugada el año pasado abrieron la tienda Space Ninety 8, donde sin ponerse como el centro del establecimiento, experimentan sus nuevas líneas de ropa, miden el gusto de los súper exigentes compradores de ese barrio. Otro ejemplo es el local de Starbucks en Brooklyn, está catalogado como el más cool del mundo, parece tan improvisado que se ve perfecto. Adaptarse o morir.
El efecto de lo Glocal, permea en las estrategias Marketing, con frecuencia se montan en cada ciudad mercados de productos artesanales y/o locales. Aunque parecen tener poco alcance, pueden ser una buena oportunidad para experimentar con puntos de venta adaptados al estilo y tener presencia sin parecer “comercial” o mainstream. Sólo que la marca deberá vestirse para la ocasión, con comunicación enfocada a la experiencia, ecología y responsabilidad social.
Definitivamente los tiempos cambian.