Por Alvaro Rattinger
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Los insultos en redes sociales son el pan de cada dĂa. IncreĂble ver que los gobiernos del mundo dedican horas al bullying en oficinas, salones de clase, espacios oficiales por mencionar sĂłlo algunos. Sin embargo, poco o nada se habla de los insultos, amenazas y daños que se viven cada segundo en social media. Ayer, en un programa de radio me tocĂł ver como llegaba un mensaje que decĂa algo asà “me gustan las redes sociales ya que puedo insultar a personas que normalmente serĂa imposible conocer”. Me parece que esta anĂ©cdota resume el problema, las redes sociales se han convertido en un espacio en el que todos podemos decir lo que pensamos sin tapujos. Lo encuentro muy válido; sin embargo, hay que decirlo, el lenguaje que se utiliza es excesivo. Se ha vuelto fácil insultar a las personas, marcas y personalidades por tres simples razones:
- El espacio es quasi anĂłnimo
- No hay consecuencias
- Los insultos no se perciben como reales
Muchos textos se han dedicado al asunto, estrategias para manejar crĂticas y ataques abundan; no obstante, el problema continĂşa en crecimiento. La incorrecta presunciĂłn de anonimato es uno de los temas más graves, está probado que sĂşper potencias pueden investigar cualquier actividad en internet, MĂ©xico y muchos paĂses de AmĂ©rica han llegado a pedir informes sobre perfiles en redes sociales por motivos de seguridad, habrĂa que pensar bien si una amenaza grave es en realidad anĂłnima. Nada de lo que hacemos en internet está libre de escrutinio, el que piense lo contrario deberĂa salir de la web por simple auto preservaciĂłn. En la uniĂłn americana se ha llegado al extremo de condenar a prisiĂłn a personas por hacer bullying en Facebook y causar el suicidio de la vĂctima. Es probable que insultar a una persona en la calle sea más anĂłnimo que hacerlo en social media.
Otro tema importante es el entendimiento de la consecuencias. Más de una vez he visto comentarios agresivos contra marcas, invitando a los usuarios a dejar de comprar productos o dar un “unlike” en Facebook al producto. Es cierto que esto puede causar un daño a la empresa, pero los resultados no son tan graves como podrĂa imaginarse. El rol de consumidor es exigir a una marca el mejor servicio posible, lamentablemente en el espacio digital se nos ha pasado la mano. Recuerdo los insultos a WhatsApp por caer 4 horas hace unas semanas, es interesante meditar que esta empresa ha mantenido un servicio estable con un porcentaje de efectividad por encima del 99%. Nunca he visto a alguien salir a la calle e insultar y amenazar a una empleado de la CFE si la luz falla por 15 minutos, siendo este un servicio estratĂ©gico. Cuando hacemos la labor de invitar a la destrucciĂłn de una marca, deberĂamos (por lo menos) considerar que alguien puede perder el empleo por nuestra momentánea irracionalidad.
Creo que nos hemos vuelto adictos a insultar por que pensamos que con este camino doblaremos a las marcas, la realidad es que sucede lo opuesto. Más de un Community Manager me ha confesado que termina por ignorar a los consumidores que de manera continua los insultan y en casos extremos los bloquean. El problema es que el consumidor ni siquiera se da por enterado, aumentando asà la frustración y odio a la marca.