Carlos Andrés Mendiola
@carlosamendiola
“Es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo” dice John Milton en “El paraíso perdido”.
Los villanos están reinando en el cine y la televisión. El Guasón, El Pingüino, Venom y Harley Quinn tienen sus propias historias. “El lobo de Wall Street” y “Psicópata Americano” son ya clásicos, incluso filmes de culto, de villanos de la vida real o no salidos de un cómic.
Sony ha basado su Spiderverso en los villanos (con resultados dispares hay que decirlo) y ahora la Saga del Crimen de The Batman busca que otros cobren un primer plano (ya se habla de Bane y Deathstroke). Están también las historias de Maléfica y Cruella en Disney. Los villanos atrapan y seducen.
Los villanos están de moda, ¿qué los hace tan fascinantes?
EL LOOK
El amor entra por los ojos dicen por ahí y muchos villanos son físicamente atractivos o, al menos, llamativos.
En escenarios más tradicionales como las telenovelas siempre son encarnados por actores y actrices de buena apariencia, no en balde está incluso el arquetipo de la femme fatal que han encarnado figuras como Nicole Kidman, Sharone Stone, Anne Hathaway, Charlize Theron y Scarlett Johanson.
Un gran ejemplo masculino lo ha interpretado Antony Starr como Homelander en la serie “The Boys” y a quién incluso los fanáticos le han reclamado por tratarlos amablemente cuando lo encuentran en la calle y fuera de personaje. Entre los llamativos, por ejemplo, desde luego están el Guasón, Harley Quinn y Cruella.
LA PERSONALIDAD
El look es lo que atrae, pero la personalidad es lo que seduce. Los villanos tienen personalidades que combinan el carisma con la rebeldía, con aquello que los demás no pueden o deben hacer. Son irreverentes o atrevidos.
Loki, el villano de Thor y ahora con su propia serie, tiene sentido del humor, una energía provocadora y siempre es ocurrente. Algo similar, aunque llevado más al extremo pasa con Harley Quinn e incluso con el Guasón.
LA EMPATÍA
Este es el factor que atrapa. Un villano bien construido tiene una historia y esa historia es tan trágica o más que la del héroe. Ese factor humaniza al villano y lo hace accesible para el espectador.
También les ayuda el que contrario a lo que hace o debe hacer el héroe, el villano se atreve a tomar los caminos no convencionales, a romper las normas. El villano va y hace lo que quiere.
El villano se divierte más y por más tiempo, aunque al final pierda, y contrario a lo que pasa con el héroe. Si es cuestión de tiempo, tan sólo por el que está en pantalla pasándola mejor, el villano gana.
También está el factor de que el villano es más fuerte, más estratégico, frecuentemente más rico y tiene aliados o ayudantes que se ensucian las manos por él o ella. Ellos intervienen hasta el final. Antes ven “los toros desde la barrera”.