Sería arriesgadísimo, muy aventurado asegurar que la mayoría de quienes se dedican a crear anuncios y páginas web no piensan en el otro al escribir, no toman en cuenta los gustos del cliente, sus necesidades, sus problemas y motivaciones para desear el producto que se ofrece, sin embargo, échale una mirada a las páginas web, a la que gustes, a los anuncios que hay, por ejemplo, en las redes sociales y encontrarás, ya sea el Ego Empresarial: somos los mejores, tenemos equis número de años de experiencia, contamos con los mejores productos, en fin, o lo maravilloso que es el producto que promueven sin dejar claro cómo ayuda a las personas.
Aventurada es también la siguiente conclusión, sin embargo, no encuentro otra razón por la cual no pensamos en el otro más que porque en nuestra vida cotidiana no lo hacemos, te invito a recordar, a reflexionar sobre esto: queremos pasar primero, acaparar productos ante la amenaza de escasez, ocupamos cajón y medio al estacionarnos, vemos en las calles a personas sin tapabocas, les importa nada la salud de los demás, seguramente a ti ya se te ocurrió otro ejemplo más, existen muchos.
En una sociedad que vive así, instalados en el yo, ¿por qué alguien pensaría en el otro al escribir? Tanto socialmente como en el mundo de la mercadotecnia y publicidad, no considerar al otro es suicida, es dispararse uno mismo en el pie.
Los buenos conversadores y los más atractivos para platicar con ellos son quienes logran que el otro hable de sí mismo. Quienes se interesan en lo que tú deseas decir, en tu historia, en tus gustos, en el viaje que hiciste, en cómo estás pasando la pandemia. ¿Has estado platicando con alguien que sólo habla de él y de sus maravillosos hijos y no te pregunta sobre ti?, ¿te gustaría echarte una media hora más hablando con él?
Te invito a que para el próximo texto que escribas, identifiques quién es realmente tu cliente potencial, te asegures de que puede pagar tu producto o servicio y recopiles toda la información que puedas de él, toda. Utiliza esta información para dirigirle a él cada una de tus palabras, cada uno de tus argumentos. Sólo así podrás conectar emocionalmente con él, generar empatía y explicarle cómo es que tu producto le ayuda. Te sorprenderán los resultados que se obtienen al utilizar correctamente las palabras bien dirigidas.
Pensando en ti, agradezco el tiempo que te tomaste en leer, ya que el único propósito que tiene es conseguir ayudarte en tu siguiente texto.
Cuida a las palabras y ellas cuidarán de tu marca. Hasta el próximo miércoles.