La adopción de las redes sociales como medio de interacción imprescindible en la vida diaria ha traído consigo un cambio radical en la manera en que los consumidores de noticias se informan. Por un lado, se ha incrementado exponencialmente la disponibilidad de información proveniente de múltiples fuentes; mientras que por otro, la calidad en la forma y el fondo del material disponible, incluso el que presume ser de tipo periodístico, puede resultar cuestionable por múltiples razones, que tienen que ver con la pérdida de ética y rigor periodístico ante la búsqueda insaciable de la primicia y de clics que se traduzcan en dinero.
Una investigación realizada por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford afirma que sólo el 47 por ciento de los usuarios que leen noticias a través de las redes sociales puede recordar el medio informativo que creó y difundió dichas historias, o sea, el 53 restante sólo recuerda la red social donde apareció esa información, pero no el medio que la publicó y, por ende, tampoco puede avalar que la información que ha procesado provenga de una fuente confiable.
En contraste, el mismo estudio indica que el 81 por ciento de los lectores que leyeron la noticia directamente del medio sí puede recordar más adelante en dónde fue publicada.
Lo anterior nos permite especular sobre las causas que originan esta tendencia:
Quienes se informan a través de redes sociales no pueden recordar en qué medio las leyeron porque sus timelines están repletos de la misma noticia que se replica de manera constante. Día con día se suman a la oferta informativa nuevos medios digitales, pero la realidad es que no todos se preocupan por ofrecer un valor agregado y brindar información exclusiva producto de investigaciones periodísticas de fondo, para desmarcarse de los que sacrifican la calidad informativa por obtener inmediatez y grandes cifras de lectores.
Los lectores de noticias realmente no son lectores. Un estudio realizado por la Universidad de Columbia y Microsoft revela que el 59 por ciento de los links que se comparten en Twitter nunca fueron abiertos, es decir, de 10 noticias que los usuarios comparten, realmente sólo 4 son leídas.
Sin embargo, a nivel marketing y relaciones públicas, también resulta fundamental preguntarnos si la forma en cómo se comunican nuestras marcas tiene alguna responsabilidad en el fenómeno de la poca retención de los lectores en cuanto a la fuente de las noticias, pues resulta claro que desde cada trinchera hacen falta acciones para contrarrestar esta minusvalía.
Las relaciones públicas, el área que media la comunicación entre las marcas y los medios, debe replantearse la manera en que formula las historias de sus clientes. No basta con que éstas puedan resultar interesantes, aporten soluciones y echen mano de múltiples recursos que les permita explotar al máximo las bondades de las marcas, sino que es esencial que el tratamiento de la información que generen tenga las características para trascender ante los ojos de los lectores que hoy se encuentran expuestos a un sinfín de estímulos que han propiciado que un minuto de su atención valga oro.
El estudio de la universidad de Oxford determinó que los medios que más están posicionados son los más recordados por el lector promedio de redes sociales, es decir, marcas de gran penetración en aquellas pluviosas latitudes como BBC News, The Guardian y The Telegraph.
No obstante, el medio más recordado en la encuesta fue BuzzFeed, un medio nativo digital que desde sus inicios se ha caracterizado por apostarle a la innovación en diseños y contenidos que se alejan de lo común, en una infraestructura especialmente diseñada para la situación de consumo de medios actual.
Así, las acciones de quienes generamos la comunicación en torno a las marcas para conseguir el anhelado awareness y el invaluable top of mind, tanto en medios publicitarios como en contenidos editoriales, debemos centrarnos en perseguir, por sobre todas las cosas, la innovación, sin dejar a un lado nunca la calidad y el rigor informativo, en una triada que podría resultar la fórmula ideal para no caer en la amnesia inmediata del lector contemporáneo.