Con la llegada de la pandemia por COVID-19, ya que para sobrevivir a esta crisis y consolidarse en el mercado, las organizaciones tuvieron que adaptarse radicalmente. Uno de los cambios más destacables ha sido  el uso y análisis de datos como motor de la gestión empresarial.

Si bien los datos ya tenían un lugar privilegiado antes de la pandemia, lo que el COVID-19 desató fue una reivindicación de que los datos no sólo son importantes, sino que son imprescindibles para cualquier negocio, desde las Pymes que están escalando hasta las multinacionales.

Hoy en día no se puede concebir la idea de que una empresa sea líder en su ramo sin pensar que detrás de ese éxito existe un extenso análisis de datos. La toma de decisiones con base en estos permite ampliar los horizontes de las compañías y evaluar cada una de sus posibilidades, así como cada uno de sus riesgos.

Los datos también sirven para monitorear, evaluar y proteger las operaciones de una empresa. Pero con el COVID-19, los datos se han vuelto en una constante en diversos aspectos de nuestras vidas cotidianas.

Un claro ejemplo y con el que convivimos a diario lo vemos en las plataformas de streaming, que nos muestran sugerencias con base en nuestros gustos y preferencias; o la publicidad que vemos en Instagram, que tiene como fundamento nuestras visitas previas a páginas de compras e intereses en la red social, todo eso es posible gracias al análisis de datos y algoritmos predictivos.

Datos, la solución inteligente ante una crisis

Es cierto que toda crisis representa una oportunidad, lo importante es contar con las herramientas que permitan detectar y aprovechar las oportunidades que se generan en tiempos de incertidumbre.

Debido a los cambios tan abruptos que llegaron con la pandemia, muchos líderes empresariales y managers perdieron de vista el foco central del negocio y no es de extrañar que sectores como el turístico, restaurantero y de entretenimiento padecieron los efectos negativos de la pandemia y las preocupaciones de sus líderes se multiplicaron entre pagar las cuentas, administrar al personal o incluso reinventar el negocio.

Pero así como la pandemia cambió la percepción de los riesgos, también amplió el abanico de soluciones gracias a la Inteligencia Artificial (IA), que abrió camino como una tecnología capaz de desarrollar herramientas funcionales para cada área, cada necesidad y cada tipo de negocio.

La pandemia cambió por completo la mentalidad de los líderes empresariales, por lo que cada vez más adoptan la Inteligencia Artificial para eficientar su negocio. Datos de PwC señalan que la IA está cambiando “las reglas del juego” en cuestión empresarial y proyecta que derivado de la pandemia y la incorporación de nuevas herramientas, en el año 2030 la IA contribuirá con 16 mil millones de dólares anuales al PIB mundial, se trata de una cifra sumamente considerable.

Sin datos no hay Inteligencia Artificial

Si bien la IA es clave en este escenario de recuperación económica, lo cierto es que sin datos la IA no tendría razón de ser. Estos impulsan las herramientas de IA y conforme se nutren de información se vuelven más eficientes y precisas.

Inclusive organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han enfatizado que el big data se proyecta como una de las tecnologías clave en el nuevo modelo de funcionamiento de las empresas.

Pero ¿qué garantiza que el uso de datos se convierta en una estrategia exitosa? Para mí hay tres consideraciones muy puntuales:

La primera es que, paralelo al uso de datos, debe haber un intérprete; es decir, una persona en el equipo que sea capaz de entenderlos, y de evaluar qué modelo predictivo es el que se pondrá en marcha en la empresa con base en los objetivos y retos presentes.

La segunda es el uso de los datos para fortalecer las herramientas de IA, ya que éstas requieren de datos para comenzar a operar, pero si además se les brinda información constante y actualizada se volverán muy eficientes y permitirán a las empresas monitorear y medir resultados, incluso adelantarse a los desafíos.

Finalmente, el tercero es que los tomadores de decisiones deben dejar a un lado sus prejuicios y corazonadas. La mejor decisión es aquella que está fundamentada con datos.

Esto no quiere decir que los datos tengan todas las respuestas y todas las soluciones. El entorno es tan cambiante que lo que hoy es un buen plan, mañana puede no serlo. Pero lo que sí garantizan los datos es que antes de que un plan se venga abajo, las empresas pueden contar con un ‘Plan B’ en tiempo récord.

Para sacarle provecho a la información generada por las empresas es indispensable que las empresas incorporen tanto datos estructurados como no estructurados, así el panorama de las herramientas de IA se amplía y sus respuestas se vuelven mucho más acertadas.

Los datos se han convertido en oro puro para las empresas, porque literalmente son una fuente de riqueza empresarial. No sólo guían a las compañías, sino que hacen que cada decisión, ya sea de marketing, ventas, comunicación o cualquier otra, tenga un sustento real; no obstante, no se debe perder de vista el valor que agrega un científico de datos, ya que será el encargado de ‘descifrar’ lo que la información quiere decir sobre la empresa.

El potencial de crecimiento que ofrecen los datos es enorme y las organizaciones que quieran ser verdaderamente competitivas deben sacarle el máximo provecho; de lo contrario su competencia lo hará.

Por Gustavo R. Parés Arce, director general de NDS Cognitive Labs