• En 2022, se estima  que el mercado de reconocimiento facial será de siete mil 760 millones de dólares 

• La policía de Nueva Delhi utilizó este sistema de IA para encontrar a tres mil niños desaparecidos en cuatro días

• De acuerdo con Gemalto, la empresa de Bill Gates es una de las líderes en el desarrollo de la tecnología

La Inteligencia Artificial (IA), en todas sus formas, es una tecnología de gran potencial. Por una parte, puede automatizar tareas en industrias como finanzas, publicidad y hasta videojuegos. Al mismo tiempo, puede ser utilizada para fomentar prácticas discriminatorias o socialmente reprochables. Así pues, cada compañía de tecnología ha establecido sus mecanismos para regular estas innovaciones. Microsoft, por ejemplo, aplica sus restricciones a nivel negocio.

En información de Reuters, Microsoft habría rechazado vender su tecnología de reconocimiento facial a dos organismos. En particular, a las autoridades de la ciudad capital en un país que no fue revelado y a una agencia policiaca en California. De acuerdo con Brad Smith, presidente de la compañía, se rechazó la transacción por preocupaciones sociales. La tecnológica temía que el uso del sistema provocara una violación o vulneración de Derechos Humanos (DDHH).

Microsoft afirmó que el sistema de reconocimiento facial es más susceptible a falsos positivos cuando se utiliza en mujeres y minorías. Esto, afirmó la compañía, porque se le entrenó usando principalmente hombres blancos. Si llegara a aplicarse en la administración de justicia, se interrogaría con mayor frecuencia a estas poblaciones, efectivamente provocando una discriminación tecnológica. Por esta razón, rechazó la venta a estas dos organizaciones.

El compromiso de Microsoft con los DDHH

Con esta acción, Microsoft se distancia de los esfuerzos de sus competidoras para regular el mal uso de la IA. Google instauró la semana pasada un fallido consejo de ética. Apple, por su parte, se distancia del problema al no almacenar directamente los datos de los usuarios. Y Amazon, de acuerdo con Mashable, optó por poner la responsabilidad del uso de esta tecnología en los consumidores finales y el público, no directamente en los desarrolladores.

Al mismo tiempo, las acciones de Microsoft no necesariamente son consistentes con sus anteriores decisiones. Hace unos meses, la compañía de tecnología firmó un contrato con el Ejército de los Estados Unidos. Entonces, le ayudó a construir su nuevo set de Realidad Aumentada para sus unidades de combate. Claro, no es lo mismo que un sistema de IA con la capacidad de discriminar. Aún así, es el uso de la tecnología para fines no del todo pacíficos.

Igualmente Microsoft sí vendió la tecnología de reconocimiento facial a la administración de una prisión americana. La compañía afirmó que este caso es distinto al de las autoridades policiales que rechazó por el alcance. El entorno del penal es limitado. Así pues, la tecnológica consideró que los errores que pudiera tener su IA no tendrían un impacto desmedido. Las consecuencias negativas, podría decirse, son suficientemente limitadas para justificar su uso.

El problema al usar diferentes sistemas de IA, y en general de la aplicación de las tecnologías disruptivas, es que sus límites suelen ser impuestos por las mismas empresas. Ya a finales de marzo, Mark Zuckerberg señaló que los gobiernos y autoridades deberían tener un rol más activo en estos problemas. La idea resulta irónica, dado el historial de la persona que la expresó. Pero las acciones de Microsoft parecen indicar que sería mejor un control externo.