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Debido al desencanto hacia las democracias, la profesionalización de las Relaciones Públicas parece no tener una guía fija.
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Hasta que no exista una claridad entre confianza, rendición de cuentas y reelección seguirán siendo utilizadas únicamente en la gestión de crisis.
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Las Relaciones Públicas son necesarias para conocer la opinión pública y en la construcción de proyectos gubernamentales.
Cuando hablamos de las acciones que se dirigen a la investigación de la opinión pública para reconocer los problemas, preferencias, deseos, gustos, necesidades de la ciudadanía a partir de la que se diseña una estrategia publicitaria referimos a la tarea principal de las Relaciones Públicas (RP) en la política; no obstante, en la actualidad, hay un desencanto de la misma y no hay “incentivos para profesionalizar las Relaciones Públicas en la política más allá del manejo de crisis”, apuntaron Carlos Castañeda, Director de Análisis Político de Zimat Consultores y Andrea Castro, socia de Zimat Consultores.
El desencanto de la política es un problema que aqueja a la mayoría de democracias latinoamericanas y en México, no es una excepción. De acuerdo con José Woldenberg existe una “sensación generalizada de que las reglas del juego democrático son una fachada de las sociedades injustas, autoritarias y gobiernos autocráticos”.
Ello, merma la confianza, y por ende, la participación ciudadana: pieza clave de la vida de una democracia participativa.
De acuerdo con el Estudio Censal de la Participación Ciudadana en las Elecciones Federales de 2012 realizado por el Instituto Federal Electoral (IFE), en 2006, la tasa de participación de las elecciones en América Latina se ubicó en un promedio de 66.10 por ciento; sin embargo, la participación en México se encontró en 58.55 por ciento, 7 puntos porcentuales por debajo del promedio de la región.
Del 2000 al 2006, la administración del país estuvo a cargo del Presidente Vicente Fox, el mandatario que llegó después de 71 años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) o el partido único como popularmente se le conoció.
Antes de que tomara posesión, el 78 por ciento de los mexicanos creía que la situación política era preocupante o peligrosa, el 38 por ciento se mostraba optimista y solo el 27 por ciento considero que empeoraría. En 2006, la población comenzó a vivir “acontecimientos que incrementaron el interés y el conocimiento ciudadanos sobre leyes e instituciones”, apunta de Mitofsky en la “Evaluación Final de Gobierno, Presidente Vicente Fox”.
Para 2012, la participación ciudadana alcanzó 62.08 por ciento, lo que representa un repunte del 3.58 por ciento y para las elecciones en donde Andrés Manuel López Obrador (AMLO) resultó victorioso, el Instituto Nacional Electoral (INE) calculó que un 62.3 por ciento del electorado acudió a emitir su voto: 66.2 fueron mujeres y 58.1 hombres.
Dichas cifras se encuentran por debajo de las últimas cinco elecciones presidenciales con un promedio de 65.44 por ciento, así como el máximo histórico registrado en 1994 con 77.16 por ciento.
Todas las cifras anteriores revelan que, “la política, no sólo en México, ha vivido una larga temporada de desgaste y ha perdido credibilidad entre los ciudadanos. Las expectativas que levantaron los procesos de democratización entraron en una etapa de desencanto. En ese sentido, la política necesita renovarse para despertar el entusiasmo y promover la participación ciudadana en los asuntos públicos”, señalaron Carlos Castañeda, Director de Análisis Político de Zimat Consultores y Andrea Castro, socia de Zimat Consultores.
Y es que la falta de confianza en las instituciones ha ocasionado el declive de la participación ciudadana en el país.
Uso de estrategias de Relaciones Públicas solo en momento de crisis; no hay incentivos para profesionalizarlas
Las Relaciones Públicas en el gobierno se orientan principalmente a brindar información al público interno y externo sobre proyectos o actividades de los actores y a través de dicha comunicación profesionalizada pueden garantizar el éxito de los proyectos, pero en México, de acuerdo con Carlos Castañeda, Director de Análisis Político de Zimat Consultores y Andrea Castro, socia de Zimat Consultores, el uso de estrategias en la política solo se aplica en momentos de gestión de crisis y no en la construcción de una percepción para el posicionamiento de la imagen de personas u organizaciones.
“Normalmente se recurre a estos recursos cuando hay una situación que genera un riesgo reputacional. Y no de forma planeada, consistente y proactiva para la construcción de capital reputacional”, puntualizaron.
Desde la perspectiva de los especialistas de Zimat Consultores, no existen los incentivos suficientes para profesionalizar las Relaciones Públicas más allá del manejo de crisis.
Según su análisis, el motivo es que no existe una relación clara entre confianza, rendición de cuentas y reelección para que los políticos establezcan “relaciones de confianza y colaboración con sus grupos de interés”.
Una encuesta realizada por Mitofsky sobre la confianza en instituciones en México durante el 2020 reveló que los partidos políticos, diputados, sindicatos, senadores tienen confianza baja por parte de la ciudadanía. En cambio, el ejercito, universidades, Guardia Nacional, iglesia, redes sociales, estaciones de radio, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y Presidencia tienen un indice de aprobación alto.
Uno de los puntos clave para recuperar la confianza de la ciudadanía en las instituciones es la cultura de la rendición de cuentas y transparencia, lo que impulsará la participación ciudadana.
Un gobierno abierto con la ciudadanía impulsará a que “contribuyan juntos a la solución de problemáticas cotidianas y vean reflejado el trabajo gubernamental en acciones concretas y de verdadero impacto para las comunidades”, dice Infoem.