PorĀ Alan Campos
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La mayorĆa de los aficionados a algĆŗn deporte cambiarĆamos casi cualquier cosa por poder cambiar lugar con alguno de ellos, sobre todo cuando los vemos llegar a los entrenamientos en carros lujosos o cuando vemos sus suntuosas mansiones junto a la playa; sin embargo quĆ© pasarĆa si supiĆ©ramos que el 78 por ciento de los jugadores de la NFL caen en bancarrota apenas 2 aƱos despuĆ©s de retirarse, probablemente las cosas cambiarĆan.
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De acuerdo con un artĆculo publicado por la revista Sports Illustrated el 60 por ciento de los jugadores de la NBA corren la misma suerte que los futbolistas a menos de 5 aƱos de haber dejado las duelas, pero lo anterior no es un mal exclusivo de los estadounidenses, sino del mundo de los deportes en general, decenas, quizĆ”s cientos y hasta miles, de futbolistas, boxeadores y beisbolistas sucumben aƱo con aƱo ante la incapacidad de manejar estas sumas tan impresionantes de dinero.
Si bien es cierto que la culpa es mayoritariamente de los atletas por no saber administrar sus recursos, tambiĆ©n las marcas conllevan una parte de ella, es decir quĆ© es lo que esperan que haga un āniƱoā de 19 o 20 aƱos cuando le ofrecen un contrato por varios millones de dólares, evidentemente la mayorĆa correrĆ” inmediatamente a la concesionaria de coches mĆ”s cercana a comprar el automóvil con el que siempre soñó.
Y el problema es cada vez mĆ”s grave, pues las marcas son cada vez mĆ”s codiciosas ante la gran competencia que existe y comienzan a ofrecer contratos a las jóvenes promesas a mĆ”s corta edad, prueba de ello es la figura de Johnny Manziel quien a sus 21 aƱos firmó un contrato multimillonario con Nike aĆŗn antes de ser escogido en el Draft de la NFL y pese a haber sido arrestado por conducta inapropiada durante su tiempo como jugador colegial y pese a su supuesto cobro por autógrafos, claros indicios de alguien que puede llegar a formar parte de la estadĆstica.
Es claro que las marcas no dejarĆ”n de pagar sumas estratosfĆ©ricas a los deportistas, sin embargo serĆa conveniente que Ć©stas comenzaran a preocuparse por asegurar el futuro de aquellos atletas que les brindarĆ”n tantos millones de dólares, sobre todo en el caso de los deportistas mĆ”s jóvenes.
Uno de las mÔs claros ejemplos de lo anterior es el estadounidense Mike Tyson, quien debutó a los 18 años de edad como boxeador profesional, y quien pese a cobrar mÔs de 30 millones de dólares por varias de sus peleas, amasando una fortuna superior a los 300 millones de dólares, tuvo que declararse en bancarrota en 2003.
Sin lugar a dudas el ser deportista conlleva muchas ventajas, pero sólo para aquellos que saben lidiar con la fama y los millones de dólares que ésta conlleva.