Seguramente cuando iniciamos nuestra experiencia laboral gozábamos del disfrute de ser autosuficientes recibiendo la paga por los servicios que estábamos ofreciendo, a la par encontrarnos con un mundo nuevo, formando vínculos emocionales con los compañeros de trabajo, entendiendo nuevas políticas y estilos de comunicación incluyendo la relación que teníamos con el jefe directo.
En ciertas ocasiones que he tenido la oportunidad de formar parte de paneles de reclutamiento y selección, he escuchado por parte de los candidatos respuestas que me llevan a pensar la salida de su actual o anterior empleo, siendo una muy común la de “no había o no hay oportunidad de desarrollo”.
Desde mi muy personal punto de vista, no creo en la suerte como variable extraña para que se originen las oportunidades de la nada, estoy seguro que todo es consecuencia de nuestros actos y por tanto, tenemos lo que queremos (lo positivo y lo negativo), así que somos responsables de propiciar las oportunidades (creo que hace falta ejercicios de conciencia para darnos cuenta de nuestras responsabilidades en nuestra vida).
Un buen ejercicio para propiciar las famosas oportunidades es el dialogo para el desarrollo el cual permite tener una cultura de comunicación abierta y asertiva con el jefe directo para:
- Conocer el rendimiento y cumplimiento de nuestros entregables y trabajo.
- Escuchar el punto de vista desde el cual los mandos superiores (incluyendo el jefe directo) desde el cual nos están observando.
- Visualizar el rumbo donde nuestro jefe nos ve en corto, mediano y largo plazo.
- Alinear expectativas.
- Retroalimentación.
- General plan de acción.
Antes de realizar dicho ejercicio debemos conocer la misión y visión de la organización y realizar el ejercicio de reflexión preguntándonos, ¿Qué tan alineado está nuestro propósito de vida y profesional con los interés de la organización?, en caso no ser así, posiblemente estamos sembrando en tierra no fértil.
Por el contrario, si reafirmamos que tenemos pasión por la organización que pertenecemos (incluyendo su filosofía y cultura), podremos iniciar el dialogo para el desarrollo con nuestro superior basado en la confianza.
¿Cómo prepararnos para la sesión?
Debemos de establecer una agenda para que la reunión sea productiva, los puntos que sugiero más relevantes en la sesión son:
- Solicitar pre evaluación del avance y/o cumplimiento de los objetivos establecidos al inicio del año.
- Pedir retroalimentación de las áreas de mejora en caso de no cumplir al 100 por ciento los objetivos o las metas.
- Expresar nuestra expectativa:
- ¿Qué área desearía conocer?
- ¿Qué posición aspiro tener en la organización? (movimiento horizontal o vertical).
- Dialogar las respuestas a las siguientes preguntas con el jefe directo:
- ¿Qué esperas de mí?
- ¿Qué conducta visible podría mejorar? (enfocarse en una situación puntual que sirva de ejemplo).
- ¿Qué conocimientos o habilidades debería de adquirir?
- ¿Cómo vamos medir mis avances? (instrumento, indicadores y periodicidad).
- Enlistar los acuerdos.
- Agendar la próxima fecha de revisión.
¿Cada cuándo es conveniente una sesión para dialogar el desarrollo?
Creo recomendable tener de una a dos sesiones al año por un espacio de 45 minutos a 1 hora para hablar puntualmente de nuestros intereses y expectativas, tengamos siempre en cuenta que el desarrollo es individual, por tanto, cada uno de nosotros somos los responsables de velar por el auto desarrollo, el jefe directo y la corporación solo nos podrán ofrecer ciertas facilidades, pero en sentido estricto el auto liderazgo y la taza de empleabilidad es responsable 100 por ciento del colaborador.
Cada día se aprende algo nuevo siempre y cuando se tenga la apertura, la humildad para reconocer los fallos o carencias, así como la escucha activa, entendimiento y comprensión, de lo contrario el orgullo y la soberbia actuarán para frenarnos el crecimiento y truncar nuestros sueños.