Cuando se habla de los New England Patriots es inevitable mencionar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Y es que su quarterback, Tom Brady, tiene una estrecha relación con el Primer Mandatario estadounidense. Además, tras la remontada de los Pats en el Super Bowl LI ante Atlanta Falcons, el equipo de Robert Kraft visitó la Casa Blanca y Bill Belichick estrechó la mano del entonces recién nombrado presidente y le regaló un casco autografiado además de un jersey con el apellido del mandatario.
Mucho antes de que Trump comenzara su carrera política, Belichick y él ya eran amigos. Su relación con el equipo es innegable, de ahí que este año, los ganadores del Super Tazón estén en la mira sobre cómo se comportan con el Presidente.
Más, cuando varios jugadores de las Philadelphia Eagles han asegurado que no participarán en la tradicional visita a la Casa Blanca, citando su oposición a Trump.
Recordemos que Trump lanzó una cruzada en septiembre contra los jugadores que se arrodillaron durante el himno nacional como protesta de racismo y los dueños de la NFL se los permitieron, lo que provocó una ola de nuevas protestas en el campo.
Durante el Super Bowl, algunos miembros de las Philadelphia Eagles levantaron el puño durante el himno para expresar solidaridad con el movimiento Black Lives Matter.
El corredor LeGarrette Blount, que jugó para los Patriots el año pasado, no asistió a la Casa Blanca en ese momento, ni en esta ocasión y declaró que:
No me siento bienvenido en esa casa. Voy a dejarlo así
La imagen del Presidente de Estados Unidos puede verse realmente afectada por el rechazo de los jugadores, pues recordemos que tienen el mismo poder de influencia positivo para las marcas, como negativo si se lo proponen.