El momento actual de pandemia por el coronavirus nos ofrece la oportunidad de pensar estratégicamente a corto, mediano y largo plazo.
Las innovaciones van rápidas. El COVID-19 también. La primera realidad que debemos observar para analizar el mediano-largo plazo consiste en la velocidad de adaptación e innovación en la que nos encontramos inmersos.
El Big Data se presenta como el eje sobre el que circularán las marcas y las empresas en el próximo quinquenio. Un Big Data que enriquecido por la 5G nos entregará conclusiones estratégicas en tiempos récord. Las grandes compañías de data e inteligencia artificial, como Dell, Microsoft, Huawei, gozarán de un liderazgo importante.
Esta inteligencia supera a la economía y debe presentarse como una industria estratégica de cara al 2025.
Las instituciones financieras juegan un papel fundamental en el desarrollo de los países, en lo sanitario, lo económico y lo social. Bancos como Banorte y Banco Sabadell han mostrado tener las bases financieras para atender las necesidades de sus clientes. En los próximos cinco años bancos de esta calidad institucional podrán sostener proyectos de envergadura allá donde se encuentren.
Pensar que los próximos años serán de redes sociales o no serán, resulta ya anticuado. TikTok ha presentado una feroz competencia en dos meses a Snapchat. Más allá de la inmediatez y de la oportunidad, hay un criterio que permea toda red social: la utilidad.
Nos encontramos en una crisis de salud, de agua, de alimentos y de medicinas. Los gobiernos deben hacer planes estratégicos sobre las reservas de estos bienes. Big Data, la inteligencia artificial y el control de estas situaciones se convertirá en necesaria. Y de esta forma la primera perspectiva (Big Data) se enlaza con ésta (bienes básicos). Las marcas de consumo más reconocidas mantendrán su valor de branding mientras se consoliden por su calidad sustentable, su compromiso social y su comunicación constructiva. Vienen momentos de reputación y de credibilidad más que de creatividad.
Nuestra vida se encuentra rodeada de aplicaciones que facilitan la vida, pero en los próximos cinco años nos tendrán que sorprender con mejor cobertura, tecnología más inmediata y una interrelación eficiente entre ellas.
Big Data e inteligencia artificial, solidez y compromiso de las instituciones financieras, redes sociales que fortalezcan nuestro carácter relacional, consumo de productos socialmente responsables y aplicaciones que logren aderezar la vida, constituyen los ejes centrales de los próximos cinco años. El marketing y la comunicación se convierten en esenciales para tantas bondades que hay que transmitir inteligente y creíblemente.