El mundo está sometido a la crisis provocada por la Pandemia de la Covid-19. Desde su inicio en Wuhan, China, hemos visto cómo ha ido transmitiéndose de país en país hasta llegar a todos y cada uno de los rincones del planeta, incluída Latinoamérica, incluído nuestro país.

Mucho se ha hablado del daño que el Coronavirus puede causar en la población, con su alta contagiosidad aunada a la mortalidad que representa. Y mucho también se ha hablado del daño económico que está causando, pero sobretodo del efecto que éste tendrá en el mediano y largo plazo.

Hemos visto cómo los países más desarrollados han sido puestos a prueba: su unión y compromiso social, sus sistemas de salud, sus cadenas de valor en las distintas industrias, comercios que han tenido que cerrar sus puertas y la consecuente olaeada de pérdidas de empleos. Y en este torbellino de incertidumbre, nos cuestionamos los qué, cuándo y cómo de la pandemia: cuándo llegará a su pico, cuándo se estima que todo terminará, a qué modelo matemático le hacemos caso, qué estragos estamos viendo y cómo éstos se desenvolverán, qué mecanismos de solución adoptar, entre otros.
Pero México, y Latinoamérica, presentan un caso muy particular, una paradoja, diría yo.

Por un lado, está la teoría de una mayor resistencia de esta región del mundo al nuevo virus, anclada en tres ejes. El primero: se trata de países emergentes, cuya edad promedio apenas rebasa los 30 años, versus la de países desarrollados como Italia, que es de 43 años. El segundo: son países, salvo el caso de Ecuador, cuyas políticas de vacunación propiciaron la aplicación e la vacuna BCG, o de la Tuberculosis. El tercero: el clima que prevalece con temperaturas más cálidas y mayor humedad, lo que inhibe la capacidad de subsistencia y propagación del virus.

Por otro lado, está la difícil situación del confinamiento, al que gran parte de la población no puede acceder, debido a que deben estar en la calle para poder trabajar y ganar así el dinero que requieren para dar sustento a su familia.

Entonces, mientras que en países desarrollados el virus ataca -aparentemente- con mayor fuerza la salud de las personas, éstas pueden mantenerse en casa para permitir así frenar su propagación. Y mientras que en países emergentes el virus ataca -aparentemente- con menor fuerza, su población -en gran medida- no puede mantenerse en casa, no permitiendo así frenar su propagación.

Y así, ¿cuál es la perspectiva para este año y los que le seguirán a la Pandemia en México y Latinoamérica? En mi opinión, se trata de una emergencia, paradójicamente, entre la salud de las personas y la de sus bolsillos.

Si bien el confinamiento no puede ser para todos, sí nos afecta a todos en el terreno económico; y cuanto más prolongado sea éste, más duro será el golpe, pero sobretodo, más difícil y prolongada la recuperación.

Si bien las empresas y las marcas han hecho una gran labor para tratar de mantener sus negocios lo menos golpeados posible, esto apenas empieza y para salir bien librados tendrán que reinventarse, adaptándose a una nueva realidad, a una nueva normalidad, incluyendo una nueva norma de etiquetado, en el caso de bienes de consumo. Si bien hemos sido abordados por una cantidad inmesurable de información, también hemos aprendido a entender que no toda es real, aumentado la credibilidad de los usuarios en los medios serios, cuya trayectoria los avala.

Esperamos un mundo mucho más veloz, todavía más interconectado, más sensible a las noticias y lleno de incertidumbre por la calidad de fuente de éstas, por la inmensa cantidad de información y de opiniones. Esperamos un mundo con nuevos canales, nuevos formatos y terrenos por explorar.

Y en ese mundo estará México, con su eterna historia de emergencia, pero a la vez, con la oportunidad de finalmente emerger. Si nos unimos, si volteamos a nuestras raíces y apostamos por nuestra herencia histórica y nuestra increíble riqueza, si desarrollamos nuestras marcas y apostamos por la creatividad y la innovación, si nos aliamos y apostamos por el desarrollo y el crecimiento, sin duda lograremos salir fortalecidos.